“Sin más mujeres ingenieras, la Argentina pierde una gran posibilidad”, sostiene Lizzie Wanger, secretaria académica de la Universidad Nacional de Hurlingham (UNAHUR). En esta convicción se apoya la segunda convocatoria de becas de estímulo destinada a ingresantes o estudiantes mujeres de Tecnicatura Universitaria en Metalurgia, Tecnicatura Universitaria en Electricidad, Tecnicatura Universitaria en Informática, Ingeniería Metalúrgica, Ingeniería Eléctrica y Licenciatura en Informática.

La UNAHUR otorgará hasta 30 nuevas para el ciclo lectivo 2021. A esto se suma la posibilidad de renovar las 50 becas otorgadas durante el 2020: “Tuvimos solo dos bajas durante este año. El resto de las becarias está cumpliendo el requisito de aprobación de dos materias por cuatrimestre. Por lo tanto, podemos llegar a tener 78 becas otorgadas en 2021”, detalla Wanger. Estas becas fomentan la inscripción, permanencia y graduación en carreras indispensables para el desarrollo de la Argentina en el siglo XXI y se enmarcan en el Programa de Desarrollo de Políticas Universitarias de Igualdad de Género de la UNAHUR.

Las becas están pensadas para fomentar la incorporación de mujeres en carreras específicas que, por un lado, tienen un sesgo masculino y, por otro, son prioritarias para el desarrollo más integral de políticas tecnológicas en el país”, sostiene Marcela Vidondo, directora de Orientación y Acompañamiento a los y las Estudiantes de la UNAHUR. Para ello, las becarias reciben, durante doce meses, un estipendio mensual equiparado al 80% de la remuneración básica neta de una ayudante de primera con dedicación semiexclusiva.

“Sabemos que muchas veces las mujeres no llegamos a estudiar ese tipo de carreras porque tenemos a cargo otras tareas vinculadas con el cuidado de la familia, que históricamente nos han sido adjudicadas. La beca genera condiciones para que las mujeres puedan dedicar el tiempo que demanda el estudio de esas carreras. Es una beca lo suficientemente fuerte como para reemplazar un trabajo. Se busca el pleno ejercicio del derecho a la educación por parte de las mujeres”, subraya Wanger. Por otra parte, las becas no establecen restricciones por edad ni nacionalidad a las becarias y son compatibles con la percepción de Progresar o cualquier otra beca o pasantía externa, así como con la Beca de Apuntes y la Beca de Elementos de Estudio de la UNAHUR.

Lo que trajo la pandemia

Como pasó en casi la totalidad de las dimensiones de la vida, la pandemia de COVID-19 también puso a prueba el programa de becas de la Universidad. “El desafío –explica Vidondo– fue de qué forma contemplábamos el impacto diferencial que tiene en las mujeres. Una de las cuestiones que vino a poner todavía más sobre la mesa la pandemia es el nivel de desigualdad en el que nos encontramos”. Por este motivo, se consideraron esas trayectorias singulares que estaban realizando las becarias: “Muchas de las ellas –agrega Vidondo– son estudiantes que durante este período tuvieron que hacerse cargo del cuidado de hijos e hijas que no pudieron asistir a la escuela”.

Karina Barcia es estudiante y becaria de Ingeniería Eléctrica en la UNAHUR. Comenzó la carrera en 2016, cuando acababa de ser abuela. “Durante algunos años, en la mayoría de las clases estaba yo sola frente a un montón de compañeros”, recuerda. La pandemia también le generó algunos obstáculos: “El primer cuatrimestre de 2020 pude aprobar dos materias de las cuatro en las que me inscribí. El problema es que estaba sin computadora. Ya estoy cursando materias de tercer y cuarto año y se necesita una computadora con los programas para hacer simulaciones de circuitos, por ejemplo. No se puede con un celular ni con una computadora de poca potencia. La beca me ayudó a seguir pagando Internet para mantener una comunicación fluida vía Zoom, descargar archivos del campus, etc.”. En el segundo cuatrimestre, Barcia pudo comprar una computadora y su cursada a la distancia comenzó a ser menos complicada.

Brenda Denhoff terminó la secundaria en 2017. Luego de algunos ensayos en otras carreras terciarias y universitarias, optó por inscribirse en la Licenciatura en Informática de la UNAHUR. Empezó a cursar en el segundo cuatrimestre de 2019 y, en 2020, obtuvo la beca. Esta estudiante pudo adaptarse enseguida a la nueva modalidad de cursada que impuso la pandemia: “Me resultó bien la cursada, aunque no es lo misma que la presencialidad y siempre hay cosas que no llego a entender. Aprobé dos materias el primer cuatrimestre y ahora estoy cursando otras dos”.

Historias de posibilidades

“Sabemos que las becas fueron una ayuda enorme –sostiene la secretaria académica de la UNAHUR–. Ninguna de nosotras va a poder hacer un mejor balance que las propias becarias. Ellas dicen que la beca les posibilita efectivamente estudiar. De no ser por la beca, quizá solo hubieran podido cursar una materia cada tanto”.

Vidondo, por su parte, da cuenta de algunas novedades que trae esta segunda convocatoria: “En 2019, la inscripción a las becas fue posterior a la inscripción a las carreras. Este año tuvieron lugar en simultáneo para incentivar a que quienes puedan tener algún interés incipiente se animen a cursar”. Y añade: “Estamos haciendo una campaña de difusión en la que son las propias becarias quienes cuentan cómo fueron sus experiencias”.

La estudiante Barcia cuenta que, a sus 40 años, temía no poder enfrentar la extensión de una carrera universitaria. “Siempre había hecho cursos breves sobre temas relacionados con conocimientos de electrónica y electricidad. Me gustan esas cosas. En parte, porque me crie con mi papá, que trabajaba todo el día, y dos hermanas menores. Cuando se cortaba la luz o había algún problema con algún artefacto, yo tenía que arreglarme sola”. Por eso, en cuanto se abrió la carrera de Ingeniería Eléctrica en la UNAHUR supo que no podía dejar pasar la oportunidad: “Es algo que siempre me interesó y había quedado en el tintero”.

Barcia destaca que, durante este año, no tuvo que salir a buscar ingresos: “La beca me dio la tranquilidad que necesitaba, aún más en tiempos de pandemia. Pude dedicar tiempo a mi familia y al compromiso de estudiar. Es una satisfacción y un privilegio haber accedido a esta beca, y quiero rendir bien”.

Si bien la estudiante Denhoff no tiene una familia a cargo, no puede contar con la ayuda económica de sus padres. “Mi papá es sobreviviente de Cromagnon y dejó de trabajar el año pasado. Manejaba camiones y no podía mantenerse en ese empleo por las secuelas psicológicas. Mi mamá es costurera en mi casa”, narra. Es probable que, para seguir estudiando, hubiera tenido que trabajar varias horas al día: “Se me complicaba cubrir los gastos. Iba a la Universidad por la beca de transporte de la UNAHUR, pero no podía comprar nada para comer los días que no podía volver a mi casa. La beca fue una gran ayuda”.

La secretaria académica de la UNAHUR observa que las becarias también valoran mucho que no haya límites de edad para las becas: “Es una posibilidad para profesionalizarse una vez que ya criaron a sus hijas o hijos, por ejemplo. Es la reparación; la segunda vuelta. Es una beca de construcción de la justicia social con mirada de género.

Además, explica Vidondo, se realiza un seguimiento coordinado de las trayectorias de las becarias: “Por un lado, de parte del Instituto de Ingeniería y las direcciones de las diferentes carreras. Por el otro, cada becaria tiene asignado una consejera o consejero. A la vez, desde Secretaría Académica, y a través de la Dirección de Orientación, tenemos una representante del equipo que acompaña el proceso”.

Cambio de época

“Es evidente que hay más participación de chicas en las materias de las carreras de Ingeniería e Informática. Ya no es tan grande el predominio de los hombres, sino que hay grupos de mujeres que van imponiéndose. Antes, al ser una sola, me daba cosa preguntar en las clases; ahora que somos más, tenemos más valor para participar”, relata la estudiante Barcia. Los prejuicios machistas, instalados históricamente en cada dimensión de la vida social, pueden tener una mayor persistencia en espacios controlados, por muchos años, casi exclusivamente por varones. Dice Barcia: “Esos prejuicios se están moviendo totalmente. Esas carreras ya dejan de ser un tabú para las mujeres. Antes, quizá, cuando hacía una pregunta, era como si nadie hubiera hablado. Ahora hay más respeto, más compañerismo”.

La estudiante Denhoff, por su parte, señala que sus amigas solían pensar que ciertas carreras eran solo para hombres: “Cuando vieron que yo estoy cursando también cambiaron el pensamiento”.

Las políticas de igualdad de género de la UNAHUR tienen lugar en un contexto de crecimiento de los movimientos de mujeres. De acuerdo con Vidondo, “todo lo vinculado con organizaciones sostenidas a lo largo del tiempo va empujando los límites de lo posible”. Es importante que estas nuevas posibilidades que las mujeres están conquistando sean acompañadas desde las instituciones educativas. En este sentido, advierte Wanger: “Este tipo de construcciones llevan tiempo. Se hacen día a día en las clases, con profesoras y profesores, directoras y directores de carrera”.

Vidondo también argumenta que estas políticas de inclusión son posibles cuando los gobiernos promueven la industria y la tecnología: “La elección de esas carreras comienza a ser algo que una chica puede imaginarse para su futuro. En otro momento, las políticas destinadas al desarrollo tecnológico e industrial fueron dejadas de lado y era difícil imaginarse un proyecto de vida vinculado a esas carreras”. Wanger, en la misma línea, apuesta a que este tipo de iniciativas se generalicen. De hecho, el secretario de Políticas Universitarias Jaime Perczyk adelantó que se está trabajando en un programa nacional de becas para mujeres que elijan carreras de Ingeniería.

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