El martes 15 de diciembre tuvo lugar el último encuentro del año del ciclo Las palabras y las cosas, organizado por los docentes del Profesorado Universitario de Letras Carlos Battilana y Martín Sozzi. La invitada, esta vez, fue la ensayista y crítica literaria Liliana Weinberg. En los encuentros anteriores de 2020, participaron las investigadoras en literatura latinoamericana Paloma Jiménez del Campo y Evangelina Soltero Sánchez; los poetas Omar Chauvié y Mario Ortiz; y el crítico literario Guillermo Saavedra.
Claudia Torre, la directora del Profesorado, estuvo a cargo de la apertura del encuentro y luego Battilana y Sozzi presentaron a la invitada e iniciaron el intercambio con ella. Weinberg es una intelectual argentina radicada en México desde los años ochenta. Se destaca por sus estudios del ensayo hispanoamericano y publicó obras de referencia como Pensar el ensayo (2007) y El ensayo en busca del sentido (2014).
Weinberg leyó un prólogo de su autoría (“El ensayo: un ejercicio de lucidez”) incluido en una antología de la Universidad Nacional Autónoma de México dedicada al ensayo que fue publicada en 2019. “Leer un ensayo es asistir al despliegue de un ejercicio de lucidez, a la configuración literaria de un proceso interpretativo que se lleva a cabo a partir de la perspectiva personal de quien escribe”, comenzó. De esta manera, el pensamiento, impregnado de marcas de estilo, se experimenta, en palabras de György Lukács, como vivencia sentimental que pone en escena el placer por entender y reflexionar.
El ensayo provoca en el lector y en la lectora un efecto único: parece que se asiste a un pensamiento en construcción, que se acompaña el desarrollo y la invención de un razonamiento. El ensayo, así, continuó la autora, ofrece “un nuevo mundo traducido en clave literaria”. La convención en este género, agregó, es: “el que piensa es el que escribe”. El buen ensayo, como resultado, logra transmitir experiencia, “participa al lector de su propia forma de leer el mundo”. Además, el autor o la autora, en el ensayo, “asume la responsabilidad por la palabra”.
Weinberg destacó también que el ensayo es un lugar en que dialogan las experiencias de quien lee y quien escribe. Así, se produce un proceso de dotación de sentido y se vuelve posible “la toma de distancia crítica respecto de las propias certezas”. De esta forma, este género es una pieza clave de la construcción de la perspectiva crítica que se expresa con gran potencia durante el siglo XX. El ensayista, por otro lado, “reconoce en el lector una idéntica capacidad para pensar”. Lejos está, entonces, de ser una forma textual condescendiente.
Una vez acabada la lectura, se abrió el espacio para las preguntas a la investigadora. Entre otros aspectos, se intercambió sobre la relación entre el ensayo y la literatura, la transformación del ensayo a través de las distintas épocas, el lugar del sujeto enunciador, la importancia de la escritura ensayística en la formación académica y la figura de Enrique Sureña. Vía chat, las y los estudiantes del Profesorado también participaron con sus intervenciones.
@AAUNAHUR
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