El pasado 15 de octubre tuvo lugar el segundo encuentro del ciclo La palabras y las cosas, coordinado por Carlos Battilana y Martín Sozzi, docentes del Profesorado Universitario de Letras de la Universidad Nacional de Hurlingham (UNAHUR). El invitado: Rodrigo Caresani, profesor de la UNAHUR y co-director de la obra completa de Rubén Darío.

Claudia Torre, directora del Profesorado Universitario de Letras de la UNAHUR, presentó el encuentro y enseguida llegaron las preguntas para el invitado. “Daniel Link, quien dirige conmigo el proyecto de la obra completa de Rubén Darío, dice que yo negué tres veces la posibilidad que pudiera hacerse esa tarea y que ese fue el disparador de este capricho”, recordó Caresani.

La descomunal empresa asumida por la Universidad Nacional de Tres de Febrero (UNTREF) ya dio como resultado la publicación de los dos primeros volúmenes de la obra completa del poeta nicaragüense. El primero, a cargo de Günther Schmigalle; el segundo, a cargo de Diego Bentivegna. “Se trata un proyecto colectivo. Tiene un Consejo Asesor con más de treinta especialistas de varios lugares del mundo y más de cien investigadores asociados. A eso hay que sumarle el equipo de trabajo de la UNTREF, que cuenta, por ahora, con dos asistentes de investigación, editores, diagramadores, correctores, etc. La obra completa de Darío es algo que solo puede hacer una universidad. No es negocio para una editorial”, explicó Caresani.

El invitado también detalló que se considera que existen cinco proyectos de obras completas de Rubén Darío que tuvieron algún grado de éxito. La última, que se considera la más acabada y que fue publicada entre 1950 y 1955, reúne –según estiman los expertos– solo el 60% de los textos hoy conocidos. “Buscamos democratizar a Darío en dos direcciones: que llegue a un público grande (en un plazo corto los volúmenes estarán en formato digital y serán de circulación libre), pero también que cualquier investigador que se acerque y declare su interés pueda integrarse al proyecto”, afirmó Caresani.

Si bien la edición de cualquier obra completa entraña enormes desafíos, el caso de Rubén Darío es aún más complejo. De acuerdo con el invitado, “Darío escribe para cuanto periódico tiene a mano. Deja un reguero de tinta y de documentos: cartas, notas, tarjetas postales, borradores, cuadernos, poemas escritos en el libro de recepción de un hotel y dedicatorias; manda manuscritos a sus amigos. Hay materiales repartidos en bibliotecas y archivos de todo el mundo”.     

Tal nivel de dispersión exige el armado equipos de trabajo en muchas sedes y tejer acuerdos con las instituciones que guardan los documentos darianos. Dijo Caresani: “Se requieren de plazos muy largos que solo pueden soportar instituciones públicas. Hay volúmenes, como el de la infancia de Darío, que nos van a llevar al menos una década de trabajo. Hay que recuperar muchos papeles perdidos”. Otra dificultad radica en la existencia de varias versiones de un mismo texto. “¿Cuál elegir?”, se preguntó el invitado. Inmediatamente, dio cuenta de la definición de un criterio editorial contundente: trabajar con la última versión del texto corregida por el autor. Caresani datalló que el trabajo con la obra de Darío tiene dos dimensiones: la parte impresa, que es la más estable; y el Archivo Rubén Darío, que es la plataforma digital donde se cargan absolutamente todos los documentos.

Además, se refirió a la vigencia del poeta: “Darío, después de Cervantes, es el autor que más atención recibe en la academia y sobre el que más papers se publican al año. Su lugar en el canon es indiscutible. Eso ya amerita que como lectores nos acerquemos a él: algo hay que subyuga y seduce”. Y agregó: “En el orden más personal, encuentro en Darío una experiencia hedónica y casi alucinatoria, que tiene que ver con la dimensión rítmica y con la dimensión sonora de la palabra. Es una experiencia física, corporal, con el lenguaje. Creo que quien quiera acercarse a esta dimensión de Darío podría empezar por leer Prosas Profanas. Leerlo de principio a fin en voz alta”.

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