El pasado martes 30 de julio, el equipo de rugby de la Universidad Nacional de Hurlingham (UNAHUR) fue recibido en la Unidad N° 48 del Complejo Penitenciario San Martín. Allí lo esperaba el equipo de los Espartanos, formado por internos de esa unidad penitenciaria.

La fundación Espartanos comenzó su actividad en 2009 y –dice su página oficial– “se sustenta con el aporte de voluntarios y donantes”  y “busca bajar la tasa de reincidencia delictiva promoviendo la integración, socialización y acompañamiento de personas privadas de su libertad a través del rugby, la educación, el trabajo y la espiritualidad”. Jorge Mendizábal, uno de los doce cofundadores de la Fundación Espartanos y uno de los entrenadores del equipo de rugby, cuenta que la fundación llevó su propuesta a 62 unidades penitenciarias de todo el país. Sin embargo, aclara que la unidad modelo es la N° 48, porque allí, además de practicarse el rugby, se trabaja con la espiritualidad, la educación y la generación de oportunidades laborales una vez recuperada la libertad. “Solo con jugar al rugby no se baja la reincidencia: se necesitan las otras tres patas”, dice.

Mendizábal describe el entusiasmo con el que fue acogido el proyecto en la Unidad N° 48: “Allí conviven unas mil personas, pero 550 están presas por delitos contra la mujer y no comparten la actividad con el resto de los internos. Entre los que sí pueden participar, 320 practican rugby. Hay unos 150 que no juegan, porque tienen una edad muy avanzada o porque están muy lastimados. Pero de alguna manera todos están vinculados a Espartanos”.

“Se dice que en la Argentina hay un índice de reincidencia en el delito del 65%. Entre los chicos que pasaron por el programa de Espartanos, está por debajo del 5%”, sostiene Mendizábal. Y agrega: “cuando a una persona se le ofrece deporte, afecto y herramientas para que tenga otra oportunidad, se produce un cambio. Tenemos acuerdos con más de 65 empresas que, aunque no lo publiciten, se animan a darles trabajo a espartanos. Ese es el aporte más espectacular que se puede hacer”.

Mendizábal: “Se dice que en la Argentina hay un índice de reincidencia en el delito del 65%. Entre los chicos que pasaron por el programa de Espartanos, está por debajo del 5%”.

“Unas semana atrás, nos enteramos de que íbamos a jugar con los Espartanos. Más que ir a jugar un partido queríamos conocerlos. Apenas entramos al pabellón  empezaron a aplaudirnos unas cuarenta personas. Se acercaban, nos abrazaban, querían relacionarse con nosotros. Me dejaron una muy buena impresión”, relata Nicolás Fuentecapitán del equipo de rugby de la UNAHUR y estudiante de tercer año de la Licenciatura en Kinesiología y Fisiatría”.

El equipo de rugby de la Universidad también tiene por detrás una historia interesante de voluntad y superación. Daniel Picosecretario de Bienestar Estudiantil y Servicios a la Comunidad, cuenta que en la institución no había rugby entre sus talleres deportivos: “Empezó como un grupo autoconvocado y recién este año se transformó en un espacio formalizado. Pasó al revés que con el resto de los talleres: surgió de abajo hacia arriba”. Recuerda Fuente: “Cuando en 2017 empecé a estudiar Kinesiología, vi la cartelera de los talleres de deporte y noté que no había rugby. Faltaba un mes para los Juegos Universitarios Regionales (JUR) y me dieron la planilla para que juntara doce jugadores para participar del torneo. En ese torneo, creo que quedamos últimos. Al año siguiente seguí convocando gente y en 2018 salimos campeones de los JUR”.

Cuando en 2019 Ricardo Gurri Guarco se hizo cargo formalmente del taller de rugby de la UNAHUR, tenía muy en claro que los talleres no deben limitarse a los aspectos deportivos, sino que también deben estar atravesados por un eje social. “Intentamos integrar el deporte a la comunidad –explica–, darle la participación al vecino, y no solo estudiante”. El partido con los Espartanos representaba la posibilidad de afrontar una experiencia formativa que fuera más allá de lo estrictamente deportivo: “Se trata de aprender a dar oportunidades, de entender que quienes se equivocaron pueden cambiar y rehacer sus vidas. Podemos estar abiertos a acercarnos y tenderles una mano”.

Gurri Guarco: “El rugby resume lo que nos pasa en la vida: nos caemos, nos levantamos, avanzamos, tendemos la mano”.

El entrenador de la UNAHUR, además, considera que el deporte constituye algo así como una “escuela de vida”. Y argumenta: “El rugby enseña a levantarse cuando uno se cae, a ir siempre hacia adelante tratando de esquivar los problemas y a ser fuerte mentalmente. El rugby resume lo que nos pasa en la vida: nos caemos, nos levantamos, avanzamos, tendemos la mano”. Parece evidente, entonces, la potencia que la práctica del rugby puede tener en una cárcel: “Los espartanos hablaron mucho de respetar al otro y de respetar las reglas –dice Gurri Guarco–. De alguna manera, a los internos les sirvió para construir y afianzar vínculos y para experimentar el placer del juego”.

Pico observa que el partido con Espartanos fue una buena oportunidad para que los participantes del taller de rugby conocieran otra realidad y, a la vez, para que los internos de la Unidad N° 48 pudieran saber lo que se hace en la UNAHUR. “Es importante construir otra mirada sobre la cárcel, más allá de la que muestra la serie El marginal. Hay muchas personas en las cárceles que están queriendo cambiar su historia, y en este caso encontraron el entusiasmo por el lado del rugby”, reflexiona el secretario de Bienestar Estudiantil y Servicios a la Comunidad. Al final del encuentro, cuenta, la Universidad les entregó a los espartanos una placa a modo de recordatorio.

El director de Deportes de la UNAHUR, Gastón Cabaña,también estuvo presente en el encuentro que tuvo lugar en el Complejo Penitenciario San Martín: “Me impactó mucho la concepción que la gente que está detenida tiene en relación con la práctica deportiva. Ellos constituyen su proyecto de vida a través de la práctica del rugby. Nos comentaban que el proyecto de los Espartanos, que está basado en el respeto hacia el otro y en los valores del rugby, en algunos aspectos comienza a ganarle al código carcelario. Y reflexiona: “La experiencia puede quedar en un lindo recuerdo, pero también puede movilizar a hacer un montón de otras cosas. El taller deportivo de rugby, creo, estuvo en el lugar en el que tenía que estar”.

Mendizábal: “Cuando se juntan en una cancha personas que están en la cárcel con personas que vienen de la calle, se destruye el prejuicio”.

El capitán del equipo de la UNAHUR se llevó más recuerdos del tercer tiempo que del partido: “Compramos unos chorizos y unas gaseosas para compartir allá. Terminamos de jugar y nos pusimos a comer. Muchos nos contaron cómo eran sus vidas antes de llegar a la cárcel. Gracias al deporte, el compañerismo y los valores del rugby muchos cambiaron su manera de pensar, de relacionarse con el otro y de ser responsables en la vida”. En cuanto al partido, Fuente quedó sorprendido por la tenacidad con que jugaban los espartanos, pese a que muchos de ellos estaban haciendo sus primeras prácticas de rugby. “No se cansaban y querían seguir jugando y yendo para adelante. Se alentaban entre ellos permanentemente”, dice.

“Cuando se juntan en una cancha personas que están en la cárcel con personas que vienen de la calle, se destruye el prejuicio. Entre la persona que nunca delinquió y la que está presa se genera una explosión de amor que voltea todo tipo de barreras”, opina Mendizábal. Para Gurri Guarco, lo deportivo quedó en un segundo plano: “Fuimos a buscar otra cosa y todos volvieron con la sensación de haber visto otra realidad y de haber reafirmado que todo se puede cambiar y revertir en la vida”. Por su parte, Pico espera que el encuentro “sea el comienzo transformador que comprometa a sus participantes a forjar un futuro que nos encuentre en la UNAHUR para repensar y construir un proyecto de vida mejor”.

@AAUNAHUR