El pasado jueves 24 de noviembre tuvo lugar la Anticonferencia 2022, organizada por el Profesorado Universitario de Letras de la Universidad Nacional de Hurlingham (UNAHUR). Las invitadas: Sandra Contreras y Alejandra Laera.
“La anticonferencia es asimilable a la conversación; y no al monólogo”, dijo Claudia Torre, directora de la carrera. Luego explicó que el concepto fue tomado del escritor argentino Abelardo Castillo y presentó a las anticonferencistas.
Contreras es doctora en Letras, profesora titular de Literatura Argentina I en la Universidad Nacional de Rosario e investigadora principal del Conicet. Entre sus obras, se encuentran Las vueltas de César Aira (2002) y En torno al realismo y otros ensayos (2018). Por su parte, Laera es directora del Instituto de Literatura Argentina de la Universidad de Buenos Aires, profesora Titular de Literatura Argentina (UBA) e investigadora principal del Conicet. Es autora de El tiempo vacío de la ficción. Las novelas argentinas de Eduardo Gutiérrez y Eugenio Cambaceres (2004), Ficciones del dinero. Argentina, 1890-2001 (2014) y de Húmeda, susurrada, afectiva, creativa (2022).
“Nos tomamos al pie de la letra el tema de las anticonferencias. Por eso, preparamos algo charlado que pueda resultar estimulante”, introdujo Laera. Luego explicó que ella y su par invitada eligieron tres citas cada una. Contreras comentó las elegidas por Laera, y viceversa. La elección de los fragmentos leídos respondieron al título de la anticonferencia: “Un grano de polvo en el espacio. Territorios en la literatura argentina”.
En un primer momento, se leyeron dos citas de novelas del siglo XXI, a saber, Dos mundos (2008), de Sergio Chejfec; y Las aventuras de la China Iron (2017), de Gabriela Cabezón Cámara. Contreras situó la cita del primero de los novelistas en la obra en la que está inserta y en la poética de la caminata del autor. “Chejfec piensa la relación con el territorio como una relación con el entorno”. Y también mencionó que, en este caso, la narración funciona como “una especie de artefacto para producir una atmósfera tendiente a generar el trance del caminante”. Enseguida, Laera puso en contexto la cita de Cabezón Cámara: “Se trata de otro tipo de viaje. La autora toma la historia de la mujer de Martín Fierro, apenas mencionada en la obra de José Hernández. Imagina una historia posible en la que conoce a una inglesa, inician un viaje juntas y forman una pareja”. Y analizó: “Lo que queda atrás es La Pampa polvorienta. La China Iron se encuentra con el río Paraná, territorio poco explorado por la literatura canónica. Se ve una comunión entre la naturaleza y los cuerpos. Pensar la imaginación política del territorio argentino en términos ecoafectivos implica una política de la literatura”.
A continuación, llegó el momento de la lectura de citas de textos teóricos que invitan a pensar políticas de la literatura: uno de Jacques Rancière y otro de Josefina Ludmer. Sobre el primero, dijo Laera: “Para este autor, la potencia de la literatura quiebra las voluntades ideológicas, ideologizadas, ideologizantes. La literatura hace sensible aquello que solo era escuchado en tanto ruido. La policiticidad de la literatura radica en la posibilidad de participar de ese reparto de lo sensible”. Después, Contreras se refirió al pensamiento de Ludmer, expresado en Aquí América Latina. Una especulación. “Se trata de un libro que nos gusta leer no solamente como una operación crítica, sino también teórico-política. Hace teoría situada, desde acá. Para eso, necesitamos de nuevos conceptos para pensar cómo el nuevo mundo de principios del siglo XXI se realiza en América Latina y en Buenos Aires de 2001”. Y añadió: “Si hay algo que marca la historia de la literatura latinoamericana, es el reparto de lo sensible en las diferentes relaciones con la lengua heredada. ¿Qué hacer con esa lengua heredada? Hay otro reparto de lo sensible en la historia literaria latinoamericana y es lo que ilumina el esfuerzo teórico y político de Ludmer”.
Por último, se leyeron dos fragmentos de obras canónicas de la Argentina de fines del siglo XIX: Una excursión a los indios ranqueles (1870), de Lucio V. Mansilla; y El gaucho Martín Fierro (1872), de José Hernández. “En el caso de Mansilla –expuso Contreras–, estamos ante un territorio pensado como delimitación y apropiación de la naturaleza. También se observa el interés del autor por la potencialidad productiva de los campos que visita. Se ve la relación de la literatura con la economía, además de con la política”. Sobre el poema de Hernández, expresó Laera: “Elegimos leerlos luego de Las aventuras de la China Iron. Es un poema de la otra pampa; la varonil, que es más limitadora y habla de los hombres a caballo”. Para terminar, se refirió a la calidad de “clásico” del Martín Fierro: “Un clásico no es solo un texto que fue exitoso y reconocido; también debe poder aceptar reelaboraciones, reformulaciones, discusiones al interior del texto. En ese sentido, este poemaes hospitalario para esas relaciones. Se trata de una territorialidad hospitalaria”.
Finalmente, se abrió un espacio para las preguntas y comentarios del público.
@AAUNAHUR
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