El último encuentro del Seminario de formación de equipos directivos de 2019 se realizó el pasado 31 de octubre en la Universidad Nacional de Hurlingham (UNAHUR). Esta vez, la profesora de UNAHUR y ex inspectora escolar Sandra Araya coordinó el intercambio y abordó lo que denominó trayectorias escolares protegidas.

Como siempre, el Lic. Gabriel Brener presentó el espacio y se refirió a que el cambio de gobierno consumado recientemente en las urnas “plantea un nuevo escenario en la Provincia de Buenos Aires y en la nación”. Además, hizo un breve repaso de los complejos desafíos que enfrentan distintos países de América Latina y se refirió, en particular, al estallido social en Chile.

“Este no es un encuentro de gestión o de bajada de línea –introdujo Araya–; es un encuentro de reflexión en el que buscamos evaluar qué sucedió con las trayectorias escolares protegidas (TEP) entre 2017 y 2019. Los proyectos son situados y deben resignificarse todo el tiempo”. Las TEP se proponen acompañar a los estudiantes en situaciones de desigualdad social, emocional y pedagógica. De esta manera, buscan mitigar el carácter disciplinante del dispositivo escolar, que genera situaciones de exclusión para aquellos estudiantes que no se ajustan a los formatos preestablecidos.

Con el propósito de construir una escuela secundaria más inclusiva que haga realidad el mandato de obligatoriedad establecido por la Ley de Educación Nacional (2006), explicó Araya, “las inspectoras de Hurlingham construimos un dispositivo institucional y distrital que articuló las múltiples posibilidades de acompañamiento y sostenimiento de las trayectorias marcadas por situaciones de vulneración de derechos sociales y pedagógicos”. Este proyecto de acompañamiento de las trayectorias recurre a una multiplicidad de herramientas: cursar materias a contraturno, promover estudiantes con más de dos materias pendientes, evaluar de forma personalizada y habilitar la semipresencialidad para situaciones complejas o de riesgo. Las TEP se implementaron en las 25 escuelas secundarias de Hurlingham y, luego, también se sumaron al proyecto a las escuelas técnicas.

Entre los presentes, surgieron inquietudes sobre algunos obstáculos que dificultan la inclusión educativa. Se mencionaron, por ejemplo, la falta de cargos y recursos en las escuelas y las deficiencias de los mecanismos de apoyo del sistema de salud, entre otros. De cualquier manera, se puso el acento en las acciones que sí pueden llevarse adelante para sostener trayectorias escolares y se insistió en la necesidad de que las escuelas trabajen en red con otras instituciones –gubernamentales o no gubernamentales–.

“El ejercicio de la docencia –subrayó Araya– tiene que ser una práctica transformadora”. Y concluyó: “Repensar una escuela secundaria para todos es construir una propuesta pedagógica para cada uno”.

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