¿Qué hacer desde la gestión directiva para fortalecer la implementación de la educación sexual integral (ESI)? Esta fue la pregunta que inauguró el sexto encuentro del Seminario de formación de directivos de escuelas secundarias de Hurlingham.
La jornada, que contó con la participación de dieciséis directores y directoras, fue presentada por el licenciado Gabriel Brener. “La sociedad está debatiendo cuestiones que nos movilizan, pero que a la vez son fuertemente pedagógicas. El debate por la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo es un ejemplo de ello”, dijo el especialista en gestión y conducción del sistema educativo.
Enseguida la licenciada Mariana Lavari y la inspectora de escuelas secundarias de Hurlingham, Estrella Martínez, compartieron algunas de las líneas fundamentales en las que se sostiene la ESI y abrieron distintos espacios de reflexión e intercambio. “Consciente o inconscientemente –introdujo Lavari– siempre educamos en sexualidad”. Martínez, por su parte, destacó el rol central del directivo para que la formación en ESI se haga efectiva de acuerdo con los lineamientos de la Ley N° 26.150. Algunos de los presentes señalaron la dificultad para trabajar el tema con las familias; otros, apuntaron a la necesidad de quebrar las resistencias e inseguridades de una parte de los docentes.
La inspectora Estrella Martínez también hizo una lectura de la llamada marea verde: “Es muy probable que la Ley Nacional de Educación Sexual Integral sancionada en 2006 haya funcionado como catalizador del movimiento de mujeres”. Brener agregó que, pese al valor determinante de esa ley, también era necesario tener en cuenta la influencia de decenas de años de lucha de las mujeres en el estado actual del debate público.
En un segundo momento del encuentro, Lavari presentó las dimensiones que hacen a la integralidad de la educación sexual: derechos, perspectiva de género, diversidad, afectividad, y cuerpo y salud. “Cuando enseñamos cualquier tema –consideró–, nos cuesta pensar la diversidad. A veces suponemos que solo les hablamos a heterosexuales. La heteronormatividad debe ser puesta en cuestión por la integralidad”.
A continuación, sugirió algunas “puertas de entrada” para la ESI, que no se limitan a la planificación de los contenidos de enseñanza y a la profundización del vínculo con la comunidad educativa. Así, la reflexión de educadores y educadoras sobre sus propias sexualidades y la organización de la vida institucional (por ejemplo, garantizar que la educación física se realice de forma mixta) son maneras de fortalecer la ESI. La especialista también señaló la importancia de estar alertas a episodios que irrumpen en las escuelas y requieren ser atendidos desde una perspectiva de género.
Otro segmento de la jornada estuvo dedicado a pensar cuáles son los factores que pueden favorecer buenas prácticas pedagógicas en ESI. En ese sentido, la convicción de que la ESI es un derecho resulta fundamental para que su institucionalización se haga efectiva en las escuelas. Además, se requiere de un núcleo de docentes con legitimidad para socializar conocimientos con quienes no tienen una formación tan sólida en el área. Martínez agregó que el hecho de no estar suficientemente formado no puede ser un pretexto para evitar hacerse cargo de la ESI: “Nos formaron para formarnos permanentemente. Los directivos deben intervenir para romper esas resistencias”.
El encuentro dejó abierto el espacio para que las y los directivos de las escuelas de Hurlingham reflexionen qué necesita cada institución para avanzar en prácticas de ESI cada vez más integrales y transversales.
@AAUNAHUR
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