Carlos Montiel (37) es trabajador ferroviario y, desde 2017, cursa la Licenciatura en Educación de la Universidad de Hurlingham (UNAHUR).

“Mi regreso al estudio es parte de un proceso de reconfiguración personal, de reinventarme como trabajador, como compañero, como padre, como marido y como persona”, reflexiona Carlos Montiel, estudiante de la Licenciatura en Educación de la UNAHUR.

En 2002, Montiel se recibió de Profesor en Educación Física, pero distintas circunstancias de la vida lo llevaron a trabajar en el Ferrocarril Sarmiento. Empezó como acompañante de maquinista y, actualmente, es maquinista. “En 2003 yo estaba de novio y con un bebé en camino. Las condiciones de trabajo, el sueldo y la estabilidad laboral eran bastantes buenas y no había mucho para pensar. La carrera docente es diferente: hay que empezar muy de a poquito”, cuenta. Parecía, por ese entonces, que su relación con la educación había quedado en suspenso.

“Durante mucho tiempo dejé de estudiar. Mi trabajo ofrece cierta comodidad que hace que uno se quede un poco”, explica Montiel. Además, para los trabajadores que pretenden seguir estudiando no es sencillo organizar la vida familiar. Carlos, con dos hijos pequeños y una pareja que también trabaja, no se ajusta al modelo convencional de estudiante universitario. Sin embargo, muchas de las nuevas universidades del Conurbano se constituyeron con el objetivo explícito de atender y recibir a muchos de los/as estudiantes que solían quedar fuera de la educación superior. “En la UNAHUR –relata– me dijeron que ellos eran los que tenían que adaptarse a mi realidad, y no al revés. Eso no pasa en todas las universidades”. Y agrega: “encontré mucha comprensión y un gran apoyo por parte de los profesores. Siento que me hacen crecer. Voy a la Universidad con muchísimo placer, como me pasaba cuando era chico e iba a jugar a la pelota: voy porque tengo ganas de ir y porque quiero estar ahí. Cuesta salir de trabajar e ir a cursar, no voy a negarlo. Pero el sacrificio mayor es trasladarse físicamente hasta la Universidad, no la cursada”.

Cuando Montiel se anotó a las primeras materias de la Licenciatura, pensó que no iba a estar a la altura de sus compañeros/as: “¿cómo ponerme a discutir de educación con personas que dan clases todos los días y que se capacitan permanentemente?”. Sus dudas se disiparon con el transcurrir de la cursada y consiguió aproximarse a los contenidos a partir de la reflexión sobre la escolaridad de sus hijos y de su experiencia como trabajador del ferrocarril. En definitiva, la educación puede suceder en cualquier lugar donde hay una posibilidad de encontrarse con otros.

En su trabajo, Montiel intenta contagiar la pasión por el estudio y la lectura. “Dejé en el trabajo un ejemplar de La perla del Oeste –la revista de la UNAHUR–, y mis compañeros la hojean”. También intenta que otros se den una oportunidad de estudiar: “les digo que se anoten, que esta Universidad es un espacio muy diferente, que no crean que no van a poder”. En otras ocasiones las palabras sobran: “cuando me ven con los apuntes de la Facultad me preguntan qué estoy leyendo. A veces me piden que les preste o que les recomiende algún libro”.

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