El abogado Claudio Carucci es docente y secretario de Cultura y Extensión de la Universidad Nacional del Sur (UNS). También se desempeña como coordinador de la Red Nacional de Extensión Universitaria (Rexuni), creada en 2008 por el Consejo Interuniversitario Nacional (CIN). “En estos tiempos, la transformación de la Universidad pública tiene que ver con la participación popular. Los canales permanentes de comunicación entre la sociedad y la Universidad se dan naturalmente a través de la extensión”, opina.

¿Qué es la Rexuni y cuáles son sus objetivos?

Es un espacio de encuentro de todos los responsables de extensión de las universidades nacionales. Tiene como objetivos intercambiar experiencias y establecer políticas comunes para el desarrollo y el fortalecimiento de la vinculación con la comunidad de las universidades nacionales.

¿Cómo evalúa el recorrido de la red en sus diez años de existencia?

La Rexuni logró nuclear a todos los responsables de las universidades nacionales vinculados a la extensión universitaria. Ha tenido hitos interesantes en cuanto a las jornadas y congresos de extensión que se realizan año tras año. También es importante el avance en algunas cuestiones tendientes a fortalecer la extensión hacia el interior de las universidades nacionales en coordinación con la Secretaría de Políticas Universitarias. Uno de los objetivos que se han cumplido es la generalización de las convocatorias que propician la presentación de programas y proyectos de extensión. Ahora, en la agenda está la mayor integración de la extensión con la investigación y la docencia. En este punto, la curricularización de la extensión tiene un rol clave.

¿En qué consiste esa curricularización?

Consiste en incorporar las prácticas socioeducativas –la praxis extensionista– a los planes de estudio. Esto no significa simplemente hacer determinadas prácticas sociales para juntar créditos. Tiene que ver con un cambio de paradigma que incorpora la tríada del acto educativo (docente- conocimiento-estudiante) a las problemáticas sociales. Así, se contribuye a la formación de estudiantes comprometidos socialmente. Por supuesto que esto debe ir acompañado por la formación, la legitimación de la extensión y la valoración de los docentes extensionistas.

¿La extensión ganó un lugar propio en las universidades nacionales?

La extensión fue incorporada como tercera función a partir del movimiento reformista que nació en Córdoba. Desde 1918, en el ideal de Universidad del movimiento reformista latinoamericano se encuentran tres funciones sustantivas: la extensión, la docencia y la investigación. Más allá del esfuerzo de no pocas personas y del trabajo que se ha hecho en los últimos años, el desarrollo de la extensión ha sido comparativamente menor en relación con la docencia y la investigación. Por eso me parece que, a cien años de la Reforma, uno de los desafíos que tenemos por delante es revitalizar su ideal y llevarlo a la práctica de hoy, con la extensión como eje central. Es necesario naturalizar la extensión, esto es, que no sea aquello que se hace por fuera de las actividades curriculares o en los momentos libres, cuando no interfiere con el trabajo en los laboratorios o en las aulas.

“Debemos profundizar la interrelación entre saberes académicos y populares”.

¿Qué experiencias pueden destacarse?

Hay experiencias muy ricas en el trabajo en territorio con los movimientos y organizaciones sociales. Es un vínculo que debemos sistematizar y mantener de manera permanente para enriquecer el trabajo extensionista y fortalecer el diálogo de saberes. Es decir, profundizar la interrelación entre saberes académicos y populares.

¿Cómo se jerarquiza la actividad extensionista?

Hay mecanismos de acreditación de docentes extensionistas en algunas universidades que son fundamentales para que el docente no tenga que elegir –o el sistema lo lleve a elegir– entre publicar un paper o realizar una actividad vinculada con la comunidad. En algunas universidades se ha avanzado también en la internacionalización de la extensión. Por último, se requiere la producción de conocimiento en base a la praxis, dado que a veces somos más de hacer que de escribir. La sistematización de experiencias es un trabajo que se está empezando a hacer en varias universidades y es interesante para contribuir al fortalecimiento de la actividad.

“Tenemos el gran desafío de fortalecer la actividad de extensión”.

¿Qué particularidad tienen las instituciones del Conurbano en este terreno?

Nacen en vinculación con la comunidad. Son universidades en contexto, lo que hace que tengan una impronta muy particular y rica en materia de extensión. A esto se suma que gran parte de sus estudiantes y de sus graduados son primera generación de universitarios. Me parece que debido a esas dos circunstancias hacen un aporte importante al sistema universitario en materia de extensión.

¿Cuáles son los próximos desafíos?

Tenemos el gran desafío de fortalecer la actividad de extensión. La Universidad básicamente tiene que garantizar el derecho a los estudios superiores, esto es, facilitar el acceso, la permanencia y el egreso en un tiempo razonable de nuestros estudiantes. Pero también debe cuidar que el trabajo de la Universidad llegue al pueblo que la sostiene. Esto legitima la extensión en un momento en que algunos discursos –incluso emitidos desde medios de comunicación– tratan de desprestigiar la Universidad pública y empujarla a la mercantilización de la educación superior. Además, tenemos un rol fundamental en canalizar las demandas sociales, culturales, económicas y hasta tecnológicas de la población, que en su mayoría no accede a la educación superior.

@AAUNAHUR