Carolina Lencioli y Adrián Corso están casados y son compañeros de estudios en la UNAHUR. Sus hijas, Macarena y Florencia, participan en la orquesta de la Universidad.

Carolina Lencioli conoció a su esposo Adrián Corso en una escuela secundaria técnica de Hurlingham. Hoy, 25 años después, siguen siendo compañeros de estudios en el tercer año de la Tecnicatura Universitaria en Laboratorio de la UNAHUR. “Mi marido y yo somos técnicos químicos y nos encanta todo lo que tiene que ver con manipulación genética”, cuenta Carolina. Ella es docente de Química en escuelas secundarias y él trabaja en un laboratorio.

El mismo año en que la Universidad se puso en funcionamiento, Carolina decidió retomar los estudios que no había podido terminar en otra institución que quedaba lejos de su casa. “En aquella época –recuerda– mis tres hijas eran muy chicas y tenía que cuidarlas. Adrián cursaba de noche y yo estudiaba de sus apuntes para poder presentarme a los parciales”. En 2016, entonces, se le presentó una nueva oportunidad para continuar sus estudios superiores. Lo que Carolina no sabía es que dos de sus hijas también terminarían vinculadas a la institución.

Relata la estudiante: “Mi marido y yo vinimos a inscribirnos a la carrera a las nueve de la noche y la trajimos a Macarena, nuestra hija más chica, que no se despegaba del celular. En ese momento, el director de la orquesta de la Universidad, Gabriel Amadeo Videla, se le acercó y la invitó a participar del espacio”. Para que la niña –que en ese entonces tenía 9 años– no fuera sola a la orquesta, Carolina le pidió a su hija mayor, Florencia, que la acompañara. Hoy ambas son parte estable de las dos orquestas de UNAHUR: la infantil y la de adultos.

Macarena empezó con el violín, pero ahora está tocando la flauta. Florencia optó por el contrabajo. Si bien quienes participan del coro tienen acceso a todos los instrumentos en la Universidad, Carolina y Adrián decidieron comprarles a sus hijas sus propios instrumentos. “Dejé un riñón para comprarle el contrabajo –bromea la estudiante–. Es uno de los instrumentos más caros y ocupa mucho lugar. Además tenemos un órgano, dos guitarras, bajo, violín y flauta. Mis hijas no quieren vender ninguno porque en la orquesta van pasando por todos los instrumentos”.

Florencia tiene 20 años y estudia Meteorología en la Universidad de Buenos Aires. Sin embargo, ahora también piensa anotarse en el Conservatorio de Música de Morón junto a su hermana menor. Carolina resalta que en la orquesta de UNAHUR sus hijas aprendieron lenguaje musical y saben leer partituras: “Quedaron las dos enganchadísimas y vienen hasta en las vacaciones de invierno y de verano. No existe la posibilidad de que falten a la orquesta”. En el poco tiempo libre que les queda, Florencia y Macarena ensayan en una banda de jazz que comparten con un trompetista de la orquesta y una cantante del coro de la Universidad.

Las noches que Carolina y su marido cursan, sus hijas colaboran con la organización familiar. “El domingo es el único día que estoy en mi casa”, dice. Pero va por más: “Cuando termine esta carrera voy a seguir estudiando otra cosa. Si tuviera más tiempo, haría carreras paralelas. Me encanta. Estoy en otra etapa de mi vida y estudio por el conocimiento. Estoy aprendiendo lo que realmente me gusta”.

Para Carolina la UNAHUR es un semillero: “Los chicos que están en la orquesta ya están pensando en entrar a la Universidad. La más chica no sabe bien qué va estudiar pero sí que quiere venir a acá. Ojalá que esto no se pierda, porque nos hace mucha falta”.

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