Desde hace más de diez años, las prácticas de la enseñanza en la formación de docentes atraviesan cambios significativos que ponen en discusión viejos presupuestos teóricos. En ese marco, los profesorados universitarios de la Universidad Nacional de Hurlingham (UNAHUR) trabajan de manera coordinada en la construcción de una nueva mirada sobre la formación docente.

Muchos docentes, con años de trayectoria en el sistema educativo, quizá recuerden con nostalgia aquellas épocas en las que se formaron en los profesorados o en los magisterios. El último año de estudios –el de la residencia–, ya un poco difuminado por la astucia del tiempo, tal vez destaque como un hito estresante en la historia personal. La residencia constituía el momento de pararse por primera vez de espaldas a un pizarrón y al frente de un aula, de dirigir la mirada y la palabra a decenas de estudiantes, de llevar a la práctica todo lo aprendido en otros claustros, con otros docentes y con otros libros. Quién sabe si no arrastraron hasta ese momento definitivo el miedo de que la docencia pudiera no ser lo suyo, de que la teoría que manejaban no les alcanzara para enfrentarse a una práctica por demás compleja.

La Ley de Educación Nacional N° 26206 (2006) dispuso la creación del Instituto Nacional de Formación Docente (INFoD). A partir de 2007, el flamante organismo comenzó a trabajar en la homologación de los diseños curriculares de los institutos de formación docente de todo el país y se revisó, particularmente, la manera en que era concebida la formación en la práctica profesional. En este contexto, la resolución N° 24 (2007) del Consejo Federal de Educación aprobó lineamientos curriculares nacionales para la formación docente inicial. El documento aprobado tiene un propósito claro: quebrar la tradición histórica que concebía a las escuelas asociadas como el lugar donde se “aplicaba” la teoría aprendida en los años de estudio previos. En cambio, se propone “sustituir esa visión en la cual el ‘afuera’ del Instituto de convierte en el espacio de legitimación de lo que se aprende en el ‘adentro’ del Instituto por otra en la cual prima la retroalimentación y la permeabilidad a la experiencia”.

No pueden borrarse de un plumazo años de tradición en la formación docente. Sin embargo, a más de una década de los nuevos lineamientos, la revisión de las prácticas de la enseñanza en la formación de docentes parece imponerse a paso lento pero seguro. Al mismo tiempo, algunas instituciones de creación reciente –que también incluyen profesorados en sus ofertas académicas– tienen una oportunidad privilegiada de formar a las nuevas generaciones de educandos desde un nuevo paradigma. En esta sintonía, los cinco profesorados ofrecidos por la UNAHUR (en Educación Física, Letras, Inglés, Matemática y Biología) asumen el desafío de repensar las prácticas y el lugar que ocupan en la formación inicial docente.

Ferro: “Se superó el modelo que dejaba las prácticas para el final de la carrera”.

Filimer Ferro, director del Profesorado Universitario en Educación Física de la UNAHUR, trabajó como docente en todos los niveles del sistema educativo –desde la educación inicial a la superior– y conoce bien el terreno. “Ya se superó aquel modelo que dejaba las prácticas para el final de la carrera –sostiene–. Según esa concepción, primero había que prepararse y saber muy bien de un tema para pasar luego a la práctica de la enseñanza”. Y agrega: “Cuando se habla de práctica de la enseñanza debe entenderse que no se enseñan solamente contenidos propios de una disciplina, sino que también hay un aprendizaje de lo institucional, de aquello que tiene que ver con la práctica cotidiana en una institución escolar, de aquello que no pertenece a la teoría o a una disciplina específica. Tiene que ver con el aprendizaje del oficio de ser docente”. En definitiva, todo aquello que no puede aprenderse solo en los libros. Ese “oficio”, además, necesita del contacto con una variedad de contextos institucionales y sociales que ayuden a que el futuro docente no replique en el quehacer profesional su experiencia escolar como alumno sino que pueda ajustarse a las siempre cambiantes situaciones de enseñanza y aprendizaje. El nuevo paradigma, entonces, pone al aprendizaje situado en un lugar privilegiado.

Siguiendo esta línea, el Instituto de Educación de la UNAHUR ha decidido crear una Escuela de Prácticas que integre de manera transversal el trabajo de los cinco profesorados de la institución. Ferro, profesor en Educación Física y Licenciado en Ciencias de la Educación, es el coordinador de este espacio novedoso que también está conformado por tres especialistas con formación específica en didáctica y pedagogía, por los otros directores de carrera del Instituto, por los equipos docentes responsables de los talleres de prácticas pedagógicas y por los respectivos coordinadores de prácticas de cada profesorado. Si bien existen especificidades de acuerdo con las distintas disciplinas en las que se forman los futuros docentes, algunos puntos de acuerdo ordenan la manera en que se conciben y se llevan adelante las prácticas.

Que haya quedado obsoleta la idea de que los estudiantes comiencen con las prácticas en el último año no quiere decir, sin embargo, que alguien pueda hacerse cargo de una clase en sus primeros años de estudio. Las prácticas se entienden en un sentido más amplio que permite la gradualidad de su implementación. Así, los primeros pasos consistirán en observaciones institucionales y de clase, para luego hacer pequeñas intervenciones en el aula que prepararán a las y los estudiantes para la residencia. Es cierto que estudiantes de los primeros años de un profesorado no podrían hacerse cargo de una clase, pero quizá sí estén en condiciones de colaborar en actividades de apoyo escolar, como proponen los profesorados universitarios de Matemática y de Biología de la UNAHUR.

Las prácticas en ámbitos no formales refuerzan el compromiso social estudiantil y el vínculo con el territorio.

Esta nueva mirada sobre las prácticas de la enseñanza también ensancha sus ámbitos de influencia. “Estamos convencidos de que la escuela es la institución educativa por excelencia –señala Ferro–, pero no es la única. Hay otras instituciones que también educan. La función docente supera la escuela, si no, por ejemplo, no podría hablarse de educación popular”. Por esta razón, los profesorados universitarios en Letras y en Educación Física de la UNAHUR incluyen en sus diseños curriculares prácticas en ámbitos no formales de la enseñanza: organizaciones barriales, clubes, sociedades de fomento, etc. Este tipo de experiencias contribuyen también a reforzar el compromiso social estudiantil y el vínculo con el territorio en la que la gran mayoría vive.

En cuanto a las experiencias en instituciones formales, cobran importancia no solo las y los docentes de prácticas, sino también los llamados “docentes co-formadores”. Se trata de aquellos profesores que reciben a los estudiantes en sus aulas y, además, tienen un rol formativo. “Sin el acuerdo entre el docente formador y el co-formador la práctica de enseñanza no sería posible. El docente de la escuela secundaria tiene que poder habilitar la intervención de ese futuro docente”, explica Ferro. Dado que la UNAHUR es consciente del rol decisivo de los co-formadores, se está trabajando en un recorrido de acreditación que reconozca la tarea del profesor que recibe a los estudiantes practicantes como instancia de trabajo y formación. Parece evidente que la tarea en la co-formación colabora también con la revisión de las propias prácticas áulicas y con la posibilidad de experimentación e innovación que los practicantes pueden llevar a la clase.

La importancia que Los lineamientos curriculares nacionales para la formación docente inicial dan a las prácticas descansa también en un diagnóstico compartido por la mayoría de los pedagogos: la reflexión sobre la propia práctica resulta fundamentar para mejorar el ejercicio de la docencia. En muchísimos casos, las condiciones de trabajo de los docentes todavía no permiten que se destine –y se reconozca en términos salariales– un tiempo específico para la reflexión sobre la propia tarea. Esta realidad puede llevar a la repetición acrítica de rutinas que quizá no se ajustan a nuevos escenarios educativos. La posibilidad de ampliar el tiempo destinado a la práctica de la enseñanza en la formación inicial permite que los futuros profesores se formen en el ejercicio constante de la reflexión sobre el quehacer propio y de los otros. Es factible que las nuevas generaciones de profesionales exijan con mayor énfasis que sean habilitados más espacios donde ese trabajo –propio y colaborativo– pueda ser realizado.

Los profesorados universitarios tienen, además, otra posibilidad: colaborar con la reducción de la distancia histórica que existe entre la escuela secundaria y la Universidad. Los estudiantes y co-formadores se convierten también en representantes de la UNAHUR en las distintas instituciones de educación formal y no formal del partido de Hurlingham. Considera Ferro: “El hecho de hacer las prácticas en las escuelas tiene un doble propósito. Primero y principal, formar a los futuros docentes. Pero también influir en la cultura escolar y, sobre todo, en la enseñanza de las distintas disciplinas de cada uno de los profesorados con los que contamos”. Por otra parte, ese vínculo fluido y permanente entre la UNAHUR y las escuelas de los barrios también hace que muchos/as adolescentes ubiquen a los estudios universitarios en el mapa de su futuro. Es decir, coloca en sus horizontes un hecho concreto: hay cerca de sus hogares una institución de estudios superiores pública y gratuita que ya empezaron a conocer.

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