La tierra empezaba a arder. Último regreso a Siria es una novela no ficcional. Se presenta como la crónica de un viaje autobiográfico de la autora Cynthia Edul, en el que ella es la narradora. Avanzada la lectura, la crónica va mutando a ensayo.

La autora es muy versátil en la escritura de los distintos géneros, así como en los diferentes tópicos que atraviesan su libro. Se desplaza y mueve con comodidad en todos los registros narrativos, toma herramientas de cada género y las utiliza con precisión en cada operación literaria que realiza. Edul es escritora, dramaturga, directora de teatro y gestora cultural. Es autora de las obras de teatro Miami, Familia Bonsai, La excursión Adónde van los corazones rotos, y de la novela La sucesión.

Cynthia narra en primera persona el viaje que realizó con su madre a la tierra de sus ancestros, Siria, en octubre de 2010. Quizás este sea el retorno a los orígenes personales, ancestrales, familiares, y a los orígenes del mundo en sí mismo. Puede que también sea el reencuentro con la familia, que estuvo dividida entre Siria y Argentina durante mucho tiempo. Tal vez sea una manera de armar el rompecabezas familiar y recuperar, así, la herencia cultural fragmentada entre los viajes de una tierra a otra. Una forma de encontrarse y reconocerse parte de la identidad familiar. No es un recorrido turístico. Cynthia indaga y reflexiona sobre la lengua, la religión, la economía, la política y la cultura de la sociedad siria. Una tierra que le es propia y ajena a la vez: “Este es tu país, dijo el primo, y la frase estaba dirigida a mí aunque no tuviera vocativo alguno, la verdadera frase de bienvenida que atravesó el aire, drástica como una bala que no daba lugar a respuestas. Ni el calor, ni la ruta, ni la estepa, ni siquiera miré a mi madre. Ella nunca lo iría a contradecir. ¿Sabés que podés pedir la nacionalidad siria porque vos sos siria? No era una bala, era una balacera. Vos no sos argentina, y parecía que había tenido que atravesar prácticamente todo el mundo para venir a descubrir que no pertenecía al país que creía pertenecer. Vos sos siria, vos no sos argentina, sos una expatriada”.

Cynthia señala y marca la desigualdad de género, la condición de inferioridad por ser mujer y la presencia del patriarcado, con toda su fuerza y furia, en Siria: “El rasgo común de las sociedades árabes contemporáneas es que la mujer es víctima constante de discriminación y de desigualdades de derecho”. Cynthia narra, encontrando un respiro bajo tanta opresión: “El restaurante tenía unos ventanales grandes que dejaban ver la gente pasar, a otro ritmo. Ahí regía el ritmo lento del paseo y del confort. En la mesa de al lado, unas mujeres conversaban. No llevaban el velo. En ese barrio se podía ver el efecto que había tenido la apertura de la economía que el régimen había implementado unos años antes, cuyo resultado podía ser la de estar en cualquier barrio de cualquier capital europea. Un estado de adormecimiento en el que la cabeza pesa más que el cuerpo, esa es la descripción que los árabes le dan al efecto que produce el narguile, y así me quedaría yo el resto del día mientras comprábamos ropa y mi madre se ponía al día con su amiga, a la que no veía hacía treinta años. Las mujeres en la mesa de al lado fumaban y yo les agradecía ese pequeño momento de libertad”.

En la mitad del libro, el relato de viaje abre paso al ensayo. A partir de allí, la autora hace un recuento y una revisión histórica, política, económica y religiosa sobre las sociedades árabes. En el transcurso del libro, cobra fuerza la denuncia política a la atroz dictadura militar, culpable del siniestro genocidio de las últimas décadas. Régimen que destruyó el país, a su pueblo y su cultura, volviéndolo todo ruinas. En consecuencia, dejando otra gran secuela, el drama de los refugiados: “La tía logró salir y en la cancillería argentina pide pasaportes argentinos para los hijos del primo. Hay que llevarlos a Beirut, dice mi madre. Son solo ochenta kilómetros que los separan del horror. La guerra ya está llegando a Damasco. Hace pocos días pusieron una bomba cerca del edificio de la avenida Shahbandar. Mi madre leyó la noticia en el diario y tembló. A los pocos minutos llamaba al primo, después a mí. (…) Por suerte tenían luz y entonces consiguió hablar con el primo. Están todos bien, me dijo al rato, la ilaha illa Allah. No hay más dios que Dios. (…) El régimen se está llevando todo puesto, mi madre está aterrada. La ilaha illa Allah, y que Dios nos proteja a todos”.

Urgía la aparición de este libro, como respuesta a la necesidad de conocer, comprender y visibilizar esta parte de la historia contemporánea, que llega por goteo a este lado del mundo, y lo poco que los medios de comunicación muestran no dimensiona la totalidad real del genocidio sirio y el éxodo de los refugiados. Por todos los conocimientos y la información que La tierra empezaba a arder. Último regreso a Siria nos aporta, podría situarse en la tradición de libros sobre memoria colectiva.

La autora puso la voz y el cuerpo a esta crónica literaria y ensayística, en la que realiza operaciones y se vale de construcciones acordes con cada desplazamiento narrativo. También hizo uso de su archivo personal de fotografías y de un minucioso trabajo de investigación. Sin dudas es un libro para leer, releer y reflexionar sobre problemáticas que nos resultan más cercanas, y otras que pueden resultarnos muy distantes. A cada uno nos interpelará según nuestros intereses y nuestra capacidad de empatizar con la otredad.

[*] Reseñado por Sofía Negromanti, estudiante del Profesorado Universitario de Letras de la UNAHUR.