Siempre es un buen momento para pensar el lugar del juego en la educación. Quizá, incluso, sea una buena manera de conjurar la frustración que provoca no poder reunirnos en las aulas en estos tiempos de pandemia. Luis María Pescetti, en su libro Una que sepamos todos (2018), da una directriz importante a lo hora de pensar la dimensión lúdica: “lo que más les importa a los chicos no es que los juegos sean fáciles y les salgan bien, lo que más les importa es que sean divertidos”.

Este libro de Pescetti es, ante todo, útil. Es una caja de herramientas para cualquier docente de educación formal o informal; para quienes enseñan en las escuelas, en los clubes y, por qué no, en la Universidad. La primera parte de la obra reúne talleres de juegos, de música y de lectura. Luego, se incluyen una charla del autor y dos entrevistas que le hizo Daniel Goldin, director de la Biblioteca Vasconcelos de México DF.

Pescetti nació en Santa Fe y estudió musicoterapia. Gran parte de su experiencia con niñas y niños la hizo mientras fue maestro de Música en escuelas primarias y secundarias de Buenos Aires. Su figura adquirió notoriedad a partir de sus espectáculos musicales y sus discos dedicados a las infancias. “No hay que hacer ‘cosas para niños’ –dice–. Uno puede dirigirse al mundo infantil, pero al mundo infantil universal, al que está en el adulto, en el adolescente”.

“¿Por cuánto tiempo se le puede pedir a alguien que posponga su presente en función de algo que le va a hacer bien en el futuro, aunque hoy no se dé cuenta”, se pregunta Pescetti. El autor santafesino aspira a que, con el auxilio de algunas estrategias lúdicas, la escuela pueda ser un lugar que chicas y chicos disfruten más. Por otro lado, apuesta a que cualquier docente pueda animarse a llevar juegos al aula, incluso aquellos que están atravesados por algunas nociones musicales sencillas.

Al igual que las buenas cajas de herramientas, Una que sepamos todos está bien organizado: es fácil encontrar el recurso que se puede estar necesitando. La primera parte del libro reúne dinámicas para realizar un taller de juegos; la segunda; para un taller musical; y la tercera, para un taller de lectura en voz alta.

Resulta particularmente interesante el apartado que, de forma muy esquemática y clara, reúne juegos de animación. Este tipo de estrategias son útiles en los momentos en que hay que “romper el hielo”, para reforzar vínculos grupales e, incluso, para aliviar rutinas de estudio que pueden resultar algo ríspidas. Muchos de estos juegos, además, tienen puntos de conexión con contenidos escolares. Por ejemplo, Pescetti propone el siguiente juego con los adverbios: “Uno sale mientras el resto elige un adverbio. Al regresar, puede hacer toda clase de preguntas, las que se responderán con la forma y el tono que sugiere el adverbio elegido y que él deberá descubrir. Por, ejemplo, dolorosamente, alegremente, histéricamente, etc.”.

Algunas propuestas del segundo apartado pueden requerir algunos conocimientos musicales, y seguramente podrán ser mejor aprovechadas por docentes de Música. No obstante, también hay otras propuestas al alcance de cualquier docente. En este sentido, es muy atractiva su idea de crear espacios de audición musical, a los que define como momentos “que destinaremos a  oír música, nada más”. Y agrega: “Un espacio de audición musical es la oportunidad para escuchar música que normalmente no hubiéramos oído”. También se compilan algunos juegos de palmas que no requieren formación musical para ser llevados adelante.

El taller de lectura en voz alta contiene dinámicas que pueden ser fácilmente utilizadas en la escuela primaria, pero que también pueden ser aprovechadas en clases de Lengua o Prácticas del lenguaje del nivel secundario. Una de las estrategias que ofrece Pescetti es que las y los estudiantes lean un mismo párrafo de distintas maneras: como si estuviéramos borrachos, asustados, riendo, llorando, etc. Este apartado puede ser utilizado en su totalidad en las aulas de las escuelas.

Pescetti realiza en esta obra una reflexión sobre el aspecto lúdico de la formación, pero también pone su creatividad al servicio del diseño de juegos que pueden ser reelaborados de acuerdo con el contexto en que se lleven a cabo. Por otra parte, es destacable su labor como compilador de juegos de la cultura popular.

@AAUNAHUR