El área de géneros y sexualidades de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) no descansa durante la pandemia y, aunando esfuerzos con la editorial universitaria, publica en versión digital (y pronto también en papel) Cuadernos feministas para la transversalización. De descarga gratuita, los tres tomos editados se proponen como un trabajo inacabado, que pretende abrir debates y evidenciar procesos, experiencias, conflictos y trayectorias en torno a la perspectiva de géneros en distintos ámbitos académicos.
A principios de julio, UNR Editora publicó los Cuadernos feministas para la transversalización, de la mano de especialistas nacionales e internacionales en materia de géneros, feminismos y derechos humanos. Los cuadernos, de escritura colectiva, problematizan de qué forma se ha construido el conocimiento en los espacios universitarios y de investigación a lo largo de los años y qué debates y transformaciones se proponen desde las epistemologías feministas contemporáneas.
Los tomos abordan de manera integral una contradicción que se presenta al interior de los ámbitos académicos. La población estudiantil y el contexto social exigen cada vez mayor compromiso en la deconstrucción de los saberes y las instituciones. Sin embargo, los espacios formativos no logran cubrir esas necesidades y demandas que, además, se convertirán en obligaciones en la práctica de muchas y muchos profesionales. El Área de Género y Sexualidades (A.Ge.Sex) reconoció esta dificultad, y la edición de los cuadernos se presenta como una herramienta para visualizar el conflicto como así también compartir reflexiones y estrategias concretas.
El texto de Diana Maffía que da inicio al primer cuaderno podría pensarse como una red genealógica de vínculos. Estos son huellas de aprendizaje que forman parte del recorrido personal que traza la filósofa para comprender de qué manera ha intentado desarticular las violencias y desigualdades epistemológicas en distintos ámbitos. Uno de los vínculos teóricos que recupera es con otra de las autoras de la colección, Amparo Moreno Sardá, que en su artículo define y caracteriza el androcentrismo y el arquetipo viril, conceptos indispensables para entender las formas de construcción del saber. Sardá propone, además, el análisis de las obras que se consideran centrales dentro de determinado campo, con el objetivo de especificar de qué hablan cuando hablan de hombre. Cuáles son los alcances de este término, qué subjetividades quedan por fuera de esa categoría en los constructos teóricos canónicos de cada disciplina y, en consecuencia, qué sujetes fueron y son racializades, marginades y excluides de la Historia.
Mientras que Sardá recupera la forma en que las personas han sido subalternizadas, Espinosa Miñoso se apropia de ese lugar para producir saberes situados que sean valiosos para la construcción del feminismo de América Latina. La autora coloca el foco en la pretensión de universalidad construida alrededor de la entidad mujer desde los feminismos hegemónicos que han importado consignas europeas y estadounidenses. A su vez, propone estrategias metodológicas para cuestionar y desmantelar estos discursos, que permitan producir una contramemoria con imágenes, recuerdos y sentimientos –aquello que la racionalidad académica comúnmente silencia–. Por su parte, “Epistemología del asterisco”, de Blas Radi, esquematiza los conflictos y disputas de sentidos que hay en torno a la cuestión sexogenérica y convoca a reflexionar sobre cómo les trans han sido objeto de estudio de las teorías de géneros sin formar parte activa de las discusiones y producciones. Así, “el asterisco” se constituye como intervención en la realidad y reivindicación de una búsqueda que va más allá de las letras.
Sobre las prácticas docentes
Una de las dificultades más recurrentes al momento de repensar las prácticas docentes es la vacancia en términos de recursos y materiales que acompañen esa búsqueda. El segundo cuaderno puede considerarse como una “caja de herramientas” para quienes quieran discutir sus currículums desde la perspectiva de géneros. En este tomo se parte de experiencias particulares para reconstruir necesidades sociales de representatividad como así también pensar formas posibles de intervención en el canon académico. Los artículos se sostienen sobre la producción colectiva y socialización de estrategias de transversalización y resultan una fuente de inspiración para quienes se encuentran en el camino de repensar sus prácticas pedagógicas y los saberes teóricos que se construyen y promueven en las instituciones.
El primer artículo presenta la reciente incorporación del curso TransFormando los Programas en la oferta de la Universidad Nacional de General Sarmiento, que tiene como eje la discusión y reinvención de los programas en el campo de las Ciencias Sociales y Humanidades por parte de docentes y estudiantes avanzadas y avanzados. En los siguientes, se exponen los casos de transversalización de la UNR, a través de la materia Introducción a la Perspectiva de Género, y los cambios producidos en la primera materia en la que esto impactó: Sociología Sistémica. En este caso, la propuesta muestra cómo las y los estudiantes se involucraron en la reflexión y elaboración de materiales para problematizar a autoras y autores clásicos de la asignatura, demostrando así que es necesario el compromiso de la totalidad de las y los actores involucrados en la vida institucional.
Por último, las autoras de Cataluña comentan las características del Seminario Interdisciplinar de Metodología de Investigación Feminista e invitan a reflexionar sobre qué significa transversalizar y cuáles son los riesgos que se asocian a la incorporación de categorías de análisis feministas y de géneros sin la profundización que esta tarea requiere.
Hay una constante que recorre las diferentes experiencias: la convocatoria cada vez mayor que tienen los cursos y asignaturas con enfoque de géneros. Este crecimiento se debe, reconocen, a la demanda del estudiantado y los activismos por encontrar diversidad de miradas y enfoques no solo en los contenidos, materiales y bibliografía sino, a su vez, en la conformación de los equipos de cátedras.
Lenguaje no sexista
Las y los autores que forman parte del tercer tomo exponen la dimensión social y política del uso del lenguaje no sexista, que implica una forma de intervención no solo en el discurso sino en la realidad. La discusión sobre el masculino genérico universal reviste un conflicto que trasciende el lenguaje y se instala en las profundas desigualdades históricas en las que se sostiene el sistema patriarcal y sus formas de dominación y poder.
Los aportes de Kalinowski, Gasparri, Pérez y Moragas dan cuenta de debates teóricos fundados en la dimensión sexogenérica y la construcción de la subjetividad a través de la representación lingüística. Las y los autores sostienen la imposibilidad de escisión entre lenguaje y sociedad y la necesidad que manifiestan las comunidades de hablantes de contar con formas flexibles frente a la diversidad de identidades existente.
Los artículos, además, intentan desarticular por qué produce tanta incomodidad el lenguaje inclusivo en los círculos más conservadores y algunas de las respuestas que se plantean tienen que ver con la desestabilización a nivel personal y social que acarrea. El lenguaje no binario visibiliza reclamos, interpela y obliga a tomar una posición política dentro de la discusión. Este cuaderno recupera aquellas ideas recurrentes en los discursos de quienes se oponen al uso de formas lingüísticas no sexistas y las refutan con argumentos teóricos accesibles para las y los lectores no especializados. Este tomo presenta perspectivas necesarias para la comprensión e incorporación del lenguaje inclusivo en todos los espacios de la vida social.
Los cuadernos, en conjunto, poseen una gran relevancia para quienes busquen cuestionar e indagar en las formas de construcción y divulgación del saber feminista. Proponen pensar la base de los aprendizajes disciplinares e interpelar las formas de ver el mundo que aparecen y las que se silencian y/o niegan, remarcando siempre el vínculo entre saber y poder. A su vez, a partir de las múltiples experiencias que se exhiben, nos invitan a ver que una universidad feminista no solo es posible sino que, mejor aún, está emergiendo de los pasillos, las aulas y los textos; su construcción está en manos de la comunidad educativa en su conjunto.
[1] Por Antonella Petruccelli. Docente de Lengua y Literatura en nivel secundario y terciario. Estudiante de Letras y diplomada en ESI.
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