La directora del Instituto de Educación de la Universidad Nacional de Hurlingham (UNAHUR), Mg. Cristina Magno, comparte en Aula Abierta un balance de este 2020 tan particular. “No somos una universidad a distancia, pero no queríamos dejar al estudiantado a la deriva”, afirma. Del aula física al aula virtual.

Eran las 22:05 del 19 de marzo y con las pocas y pocos compañeros que aún permanecíamos en el edificio de la calle Origone estábamos cerrando la última mesa de finales de Inglés con grupos de estudiantes repartidos en tres aulas, de acuerdo con las primeras normas del distanciamiento preventivo. A esa hora, ya sabíamos que al día siguiente no volveríamos a los edificios de la Universidad Nacional de Hurlingham. Habíamos armado una buena oferta académica en respuesta a la inscripción récord a nuestra universidad, en general, y a nuestro Instituto, en particular. Sabíamos que lo que estaba por venir no sería nada fácil, pero también que íbamos a hacer lo imposible para que nuestras y nuestros estudiantes pudieran seguir con sus estudios.

Las universidades de nueva creación, muchas de ellas asentadas en el conurbano bonaerense, emergieron entre 2007 y 2015 con la misión de garantizar la inclusión educativa y contribuir al desarrollo económico local y a la resolución de algunos de los problemas de su área de influencia. Entre 2016 y 2019, han sido denostadas y se ha cuestionado la necesidad de su existencia. Sobre la UNAHUR, se ha publicado que era una institución con una piscina, pero sin estudiantes: ambas afirmaciones resultaron ser falsas. La intención, claramente, era desprestigiarla. Este año, frente a la pandemia, nuestra universidad, como muchas otras instituciones educativas, volvió a dar sobradas muestras de estar a la altura de una comunidad educativa que sigue creciendo. Estas universidades son consideradas “de cercanía” no solo porque se encuentran en lugares geográficamente próximos a sus estudiantes, sino porque están, en una multiplicidad de sentidos, “cerca” de ellas y ellos. En la UNAHUR trabajamos cada día para construir mejor ese sentido de la cercanía.

Por su parte, las carreras del Instituto de Educación pretenden formar docentes en distintas disciplinas y complementar la formación de docentes con titulación para el mejoramiento de la educación pública a partir de una pedagogía centrada en derechos. Nada de esto podía cambiar, dado que concebimos la educación como un derecho humano fundamental y así, a partir del 20 de marzo de 2020, ya estábamos todas y todos realizando teletrabajo y atendiendo las decisiones que hubiera que tomar para responder al Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio (ASPO).

La Universidad también es el Estado, por eso no solo debíamos acatar las disposiciones emanadas del gobierno nacional y provincial, sino también tomar nuestras propias decisiones en tanto institución autónoma y autogobernada que traza su propio rumbo. Decidimos priorizar la salud y, a la vez, garantizar los derechos de nuestras y nuestros estudiantes para posibilitar la continuidad pedagógica. No somos una universidad a distancia, pero no queríamos dejar al estudiantado a la deriva, en cada inscripción se ponen en juego sueños y proyectos de vida.

En tal sentido, con la ayuda de la Secretaría Académica y el equipo de especialistas tecnopedagógicas, hicimos ajustes y readecuaciones para sostener una cursada en el entorno virtual. El desafío consistió en desarrollar un primer bloque de tres semanas que comprendía encuadre, presentación y hoja de ruta que nos condujo masivamente a alcanzar el primer logro. A través de la Secretaría Académica y respondiendo a las necesidades de estudiantes y docentes de las distintas carreras, se crearon los espacios de formación “Aprender en el campus”, para estudiantes, y “Enseñar en el campus”, para docentes. Además, se organizaron talleres complementarios, como “La trastienda de la enseñanza”.

También hace falta consignar que este año académico no fue sencillo: hubo que hacer ajustes y esfuerzos. Aún no sabemos exactamente por qué un grupo de alrededor de 3.000 estudiantes no se inscribió este año a la UNAHUR. Probablemente no tendrían conectividad o dispositivos; tal vez no querían cursar a la distancia. Nos queda pendiente sumar a la propuesta de verano especialmente a quienes no pudieron cursar durante el año. Además, la universidad dispuso becas de apuntes, que fueron llevados por sistema de delivery casa por casa a más de 2.500 estudiantes, para sostener las cursadas de quienes solicitaron ayuda, sobre todo porque resulta dificultoso trabajar en el campus virtual desde un teléfono celular.

Las aulas de las y los docentes se iban colmando de desarrollos creativos y caminos alternativos, tales como el enlace del WhatsApp al campus o las devoluciones personalizadas masivas a través de planillas de Excel y hasta sesiones de Zoom con divisiones grupales. Los distintos recursos tecnológicos fueron tomados para resolver variados temas o profundizar cuestiones que atendieran a la heterogeneidad de las disciplinas y la diversidad de problemas de cada asignatura y de cada comisión. Así, en el Instituto de Educación, fuimos capaces de garantizar la continuidad educativa de 6.130 estudiantes que realizaron 24.076 inscripciones dentro de las 465 comisiones que se abrieron a lo largo del año.

En el camino, nos atravesaba la realidad: estudiantes que se quedaban sin trabajo, compañeras a quienes se les rompían los dispositivos, miembros de la comunidad que se enfermaban…  La vida misma.

El aislamiento nos enseñó a mostrar mayor generosidad; a ayudarnos y acompañarnos más. Compartimos nuestros pequeños grandes descubrimientos y los celebramos. Llamamos a quien nos necesitaba, armamos un fondo solidario, cocinamos en la olla popular, hicimos colaciones de grado y sesiones de Consejo Superior y Directivo por Zoom. Nos pusimos en movimiento. Nadie eligió este momento; a muy pocas o pocos se nos hubiera ocurrido que esta crisis sanitaria global pudiera acaecer –más allá de una elucubración digna de la ciencia ficción–, pero pasó y había que afrontarla.

Este año, además, tuvieron lugar diversas acciones y eventos. Entre ellos, cuatro encuentros del Seminario de Prácticas Investigativas; las Jornadas “Las primeras Matemáticas en la Universidad” (declaradas de interés por el Consejo Superior EXP 198/2020); “Talleres de integración y articulación Escuela-Universidad. Biodiversidad y Ambiente” (declarados de interés por el Consejo Superior EXP. 245/2020); la participación en el Orientatón; el Seminario de Internacionalización del Profesorado de Biología a través de la convocatoria del Consejo Interuniversitario Nacional; el desarrollo del aula de estudiantes asistentes; los ciclos “Anticonferencias” y “Las palabras y las cosas”; y el “Concurso de relatos en tiempo de aislamiento”. De algunas de estas actividades, daremos cuenta en nuestro nuevo canal de YouTube del Instituto de Educación. Por otro parte, se abrieron cuatro nuevas sedes para la Licenciatura en Educación: Carmen de Areco, Ameghino, Chacabuco y Las Heras.

¿Qué aprendimos en este tiempo? Que el mayor desgranamiento de quienes efectivamente empezaron a cursar se produjo en el grupo de ingresantes. Que las y los estudiantes asistentes han sido figuras centrales para sostener a sus pares, para acompañar los trayectos, para descubrir quiénes estaban atravesando situaciones problemáticas. Que la presencialidad no se reemplaza, pero que la virtualidad puede enriquecerse si damos instrucciones claras, si acompañamos la narración con un audio que al menos le acerque nuestra voz al estudiantado. Que se puede ser flexible sin ir en desmedro de la calidad educativa. Que permitir que nuestras y nuestros colegas observen nuestras clases enriquece el desempeño docente. Que de cualquier dificultad no se sale en soledad. Que si el programa Conectar Igualdad no se hubiera discontinuado, todas y todos –estudiantes y docentes– tendrían un dispositivo que permitiría una mejor cursada. Aprendimos mucho, y aún nos queda mucho más para aprender, en esta construcción colectiva de una nueva forma de enseñar y aprender determinada por la realidad.

Mg. Cristina Magno

Directora del Instituto de Educación de la UNAHUR