“Estamos con los pies en Hurlingham, en el oeste; y, por eso, las áreas de educación, salud, producción, ciencia y tecnología son tan importantes. Pero nos extendemos hasta donde sea necesario para atender las problemáticas nacionales y latinoamericanas. Con el proyecto del Observatorio Robótico Antártico Argentino, nuestro límite de influencia se corre al paralelo 79 de continente blanco”, se entusiasma el Dr. Juan Pedrosa, secretario de Investigación de la Universidad Nacional de Hurlingham (UNAHUR).

El Dr. Mario Melita, director del proyecto, recuerda que las primeras charlas sobre la iniciativa las tuvieron con Jaime Perczyk entre 2017 y 2018. Ya en esos momentos, el entonces rector en ejercicio había mostrado su interés: “En 2019 –cuenta Melita–, tuvimos el primer financiamiento de parte de la universidad. Ese año compramos la base de hierro sobre la que se asentará la cúpula del observatorio”. La base, además, está atravesada por un pilar sobre la que se montará el telescopio: “Si el edificio vibra por acción del viento o por cualquier otra razón, el pilar sobre el que se asienta el telescopio tiene que estar desacoplado mecánicamente para que la vibración que se produce en el edificio no se transmita al telescopio. Las vibraciones son muy perjudiciales, porque arruinan las imágenes tomadas”. Melita es licenciado y doctor en Ciencias Físicas. Además de ser el principal responsable del Observatorio Robótico Antártico Argentino, es investigador del CONICET y profesor de la UNAHUR, la Universidad Nacional de La Plata y la Universidad de Buenos Aires. En el proyecto a su cargo, colabora el Instituto de Astronomía y Física del Espacio (UBA – Conicet), donde el investigador también trabaja.

En enero de 2020, cuando se instaló la base de la cúpula en la base Belgrano II de la Antártida Argentina, se completó la primera fase del proyecto, orientado a realizar observaciones científicas de tipo fotométrico sobre diversos objetos del cielo nocturno (estrellas peculiares, planetas extrasolares, objetos del sistema solar). Melita señala que, en estos momentos, la meta es “terminar con la fabricación de un prototipo capaz de funcionar a muy bajas temperaturas”. Y agrega: “Cuando podamos poner el observatorio en funcionamiento, monitorearemos qué problemas surgen y buscaremos las mejores maneras de solucionarlos”.

La pandemia provocó algunos retrasos en el desarrollo del proyecto, ya que, en un contexto tan adverso, el Instituto Antártico Argentino (IAA) priorizó los viajes para mantener las estructuras estables. No obstante, ya se iniciaron las tratativas para la adquisición del telescopio y el proyecto ya fue elevado al Banco Nacional de Proyectos de Desarrollo Tecnológico y Social del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Nación (MINCYT). Además, está incluido en la Campaña Antártica, que es la agenda de trabajo que la Dirección Nacional del Antártico, a través del Instituto Antártico Argentino (IAA), planifica año a año. “En enero de 2022, ya estaría saliendo gente abocada a este proyecto”, afirma Pedrosa. El IAA se encarga de la logística de los emprendimientos antárticos: traslados, instalación y mantenimiento.

Melita señala que un grupo de investigación de la República Popular China demostró que la Antártida es un lugar privilegiado para la observación astronómica. “Esa porción del cielo –dice–, desde el resto de la Tierra se observa por muy poco tiempo y muy bajo en el horizonte. Tener esa sección del cielo casi en el cénit nos da una ventaja”. Por otra parte, las largas noches del sexto continente permiten explotar ventanas de observación más largas.

El sistema de motorización y automatización de la cúpula que albergará al telescopio fue realizado en la UNAHUR. “La cúpula –detalla Melita– la construimos con fibra de vidrio y está casi concluida. Personal contratado por la universidad está abocado a culminar esa tarea”. El sistema es robótico, dado que funciona autónomamente. “En base a los objetivos científicos determinados –explica el investigador–, el propio sistema define una rutina de observación. También extrae los datos de las imágenes autónomamente y los envía en un archivo de texto”.

Este proyecto puede ser de gran importancia para la formación de futuras y futuros astrónomos. Además, en esta segunda etapa del proyecto, estudiantes de las carreras de Informática, Diseño Industrial e Ingeniería Eléctrica de la UNAHUR también podrán involucrarse en la investigación. Los trabajos asociados al Observatorio Robótico Antártico Argentino podrán nutrir la realización de tesis de grado y de posgrado. Incluso, abren la posibilidad de que jóvenes investigadores e investigadoras conozcan la Antártida en alguna misión científica. Además del aporte del observatorio al desarrollo científico y tecnológico, la iniciativa sienta un antecedente para el reclamo de soberanía de la República Argentina sobre ese territorio. “Hace 70 años que nuestro país se interesa en generar estudios científicos desde la Antártida; la UNAHUR está sumando sus esfuerzos a ese objetivo estratégico”, concluye Pedrosa.

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