Escritura e invención en la escuela (2013) compila artículos, conferencias y reseñas que produjo Maite Alvarado entre 1987 y 2002. Los textos están agrupados en las dos dimensiones en la que más se destacó esta investigadora: la enseñanza de la escritura y la literatura infantil. El prólogo de Yaki Setton no solo sirve para situar la producción de la autora, sino que también funciona como un merecido homenaje a una de las principales innovadoras de la didáctica de la escritura en el país.

La obra, editada por el Fondo de Cultura Económica en su colección Espacios para la lectura, es, como expresa Setton, una manera de “cumplir su deseo de hacer un libro útil, bello, inteligente e inquietante, como sus escritos, sus clases y su pensamiento…”. Sin dudas, esta compilación ofrece un sustento teórico y reflexivo a un libro muy utilizado por quienes se dedican a propiciar el ejercicio creativo de la escritura. ¿Qué docente del área de la Lengua y la Literatura no conoce el Nuevo Escriturón?

Este volumen se inicia con el ensayo “Enfoques en la enseñanza de la escritura”. Allí, Alvarado recorre distintos métodos y concepciones de enseñanza que, a lo largo de la historia, buscaban propiciar el “buen escribir”. Una vez leído el texto, las y los docentes podrán reconocer qué criterios guiaron sus aprendizajes en relación con las letras y cuáles de esos principios aún sobreviven en sus formas de orquestar el trabajo áulico. Además, una revisión de aquellas consignas de escritura que, según Alvarado y Gloria Pampillo, debían tener “algo de trampolín y algo de valla” sacará a la superficie las costuras que dejan años de reflexión y trabajo teórico. El segundo artículo, en colaboración con Pampillo, continúa en esa misma línea, aunque mucho más enfocado en las marcas que la institución escolar tradicional le imprimió a la escritura (cuando la hubo).

En definitiva, casi todos los artículos que componen la primera parte de la obra defienden el trabajo en talleres y subrayan el poder de la consigna. También resulta interesantísimo uno de los textos escritos en el 2000, titulado “La escritura en la universidad. Repetir o transformar”. Absolutamente pionero, sugiere que en la educación superior también se requiere de una didáctica de la escritura. Recién hace pocos años, y con el empuje de especialistas como Mariana Maggio, está ganando consenso la idea de que las herramientas didácticas también deben ingresar a las casas de altos estudios. Y una grata sorpresa al final de la primera sección: se incluyen una ponencia y un artículo inéditos.

La segunda parte del libro aborda la literatura de niñas y niños. “Una razón de que la literatura y narración estén tan unidas en el imaginario infantil tiene que ver con este poder de la ficción de suspender el tiempo real y permitir al receptor abstraerse del entorno para participar imaginariamente del mundo representado”, sostienen Alvarado y Elena Massat en “El tesoro de la juventud”. ¿Cuánto aprendizaje y cuántas experiencias de vida puede propiciar durante la niñez una herramienta tan poderosa? La autora también expone una honda investigación sobre la historia y la prehistoria de la literatura infantil que, una vez más, sirve para revelarnos nuestro propio imaginario sobre este tipo de obras y las muchas posibilidades –a veces canceladas, pero latentes– que anidan en tantas de ellas.

El apéndice que cierra la Escritura e invención en la escuela reúne reseñas de distintas publicaciones de literatura infantil. Estos textos son interesantes por varias razones. Entre ellas, porque ubican a Alvarado como lectora de este tipo de literatura; y porque se ocupan de obras muy diversas: desde compilaciones de cuentos clásicos hasta Harry Potter y el prisionero de AzkabanEstamos ante un libro ineludible para quienes ofrecen a diario la experiencia de la escritura.

@AAUNAHUR