Organizado por el Profesorado Universitario de Letras de la Universidad Nacional de Hurlingham (UNAHUR), el pasado 22 de julio tuvo lugar la cuarta edición del ciclo Anticonferencias. Bajo el título “Del taller a la escritura creativa”, y con el profesor Nicolás Vilela como anfitrión, estuvieron invitados los escritores Martín Gambarotta y Emilio Jurado Naón.

Claudia Torre, directora del Profesorado Universitario de Letras, presentó el ciclo que desde 2018 se propone “producir una dimensión de tiempo y espacio en el que conversen profesores y profesoras, estudiantes, escritores y escritoras, ensayistas e interesados en la literatura y el lenguaje”. Cada encuentro, agregó, “ofrece una conversación abierta y pública entre anticonferencistas invitados y un anticonferencista de la casa al que llamamos anfitrión. Convocamos luego al público presente a sumarse a esta tecnología milenaria que es la conversación”.

Nicolás Vilela, el anticonferencista anfitrión, hizo la primera serie de preguntas a los escritores invitados y, luego, se abrió el espacio para las preguntas del resto de las y los asistentes. “En un contexto donde abundan las charlas TED y las master class –señaló Vilela–, tener un ciclo en el que se comience directamente por las preguntas del público tiene algo interesante”. También destacó la posibilidad de que el encuentro sirviera de portal hacia la construcción de un programa de escritura creativa permanente en la UNAHUR.

Martín Gambarotta es autor de numerosos títulos de poesía. El primero de ellos, Punctum (1996), obtuvo el Premio “Diario de Poesía”. Luego publicó Seudo (2000), Relapso + Angola (2005) y Para un plan primavera (2011). Entre 1996 y 2006, fue editor del sitio Poesia.com. Además, dirige talleres de escritura creativa.

Emilio Jurado Naón, licenciado en Letras, publicó A Rebato (2013), Sanmierto (2019) y Tópico de los dos viajeros (2020). Codirige la revista Rapallo. También es responsable de los talleres de escritura de la Municipalidad de Hurlingham. Junto con Martín Gambarotta,coordina el taller literario Invernadero.

Sobre los invitados, señaló Vilela: “No solo se trata de dos grandes escritores, sino también de dos personas que pueden acompañar y enseñar a escribir muy bien a otros y otras”.

¿Qué significa el pasaje del taller a la escritura creativa?

Gambarotta: El taller es un espacio autogestionado, con mucha tradición en la literatura argentina. Hay que pensar cómo esos espacios autogestionados pueden conectarse con la escritura creativa en ámbitos más institucionales. Ese es el cable que yo tiraría entre la noción de taller y la noción de escritura creativa. Tal vez se puede tener una mirada crítica sobre este último término, pero por ahora no encuentro otro mejor. Ese dar desde la práctica de escribir es lo que hay que llevar de los talleres a las instituciones.

Jurado Naón: El taller esté más arraigado en América del Sur y el modelo de escritura creativa empezó a resonar cuando algunas universidades abrieron carreras y maestrías apoyadas, en parte, en el modelo de creative writing que viene de EE.UU. En el encuentro de esos dos modelos, puede pensarse algo del orden de la escritura entre pares y de su puesta en práctica en ámbitos institucionales y universitarios.

¿Cómo puede relacionarse una carrera universitaria de Letras y la práctica de la escritura creativa?

Jurado Naón: Las carreras de Letras podrían crecer abriendo instancias de escritura creativa. Sería enriquecedor. Existe un paradigma medio borgeano de que uno puede formarse en la escritura a partir de la lectura. Pienso que esa idea puede superarse: para aprender a leer, puede ser muy útil y fructífero aprender a escribir.

Gambarotta: También incentivar a escribir. Generar un lugar donde haya un incentivo para escribir y una conexión entre un grupo de personas que tienen ese mismo objetivo. Los talleres muchas veces conectan a las personas: hay un intercambio, una devolución, un debate, una conversación que lleva a descubrimientos.

¿Qué incentivos para escribir genera hoy la literatura argentina?

Gambarotta: Siempre va a haber incentivos. Creo que uno de ellos tiene que ver con lo rico que es el campo contemporáneo y con la cantidad de editoriales y festivales que hay. El incentivo pasa justamente por esa conversación que se arma entre la literatura actual y las ganas de participar de ese intercambio que se produce a su interior.

Jurado Naón: En la actualidad, tenemos mucho bombardeo discursivo, sobre todo en redes sociales. A veces, la literatura es un espacio para discutir con los que están escribiendo ficción, pero también con otras formas de comunicación que están en alza y pueden ser abrumadoras.

¿Cómo puede funcionar la escritura creativa en instituciones y, específicamente, en una carrera que también forma docentes?

Gambarotta: El desafío es muy grande. Insisto en que lo que se puede aportar es justamente la práctica literaria. Definitivamente, esto le agrega una dimensión al perfil docente. Primero, encontrarse con el campo literario; segundo, escribir creativamente.

Jurado Naón: Creo que lo que puede aportar el modelo taller a una carrera tiene que ver con el espíritu gregario, con la convivencia entre personas que piensan una práctica en común y se incentivan unos a otros. También aporta la lectura de autoras y autores contemporáneos que siguen armando su obra en este momento. Es interesante la práctica de la escritura como otra dimensión que aporta a la lectura. Por último, está la pata crítica: en la instancia de taller, cuando se hace una devolución a lo que hizo un compañero o compañera, tiene que fundamentarse una opinión en pos de mejorar el texto en cuestión. Eso abre una dimensión ligada a la polimorfa crítica literaria.

¿Con qué metodología trabajan en los talleres?

Jurado Naón: En otros talleres, se trabaja con consignas de escritura. En mi experiencia, es mucho más enriquecedor y natural a la arena de la escritura que se lleven textos que ya se tengan escritos. No importa si tienen forma definitiva o no, si se reconoce allí un cuento o un poema. Luego, se ve cómo, a partir de la lectura de lo que hacen los otros y de textos que llevamos como coordinadores, sucede la escritura.

Gambarotta: Este tipo de talleres depende mucho de la práctica de quienes participan. No hay otra cosa más que la obra para sustentar la conversación que se tiene. A partir de ahí, puede abrirse un diálogo. Coordinadores y concurrentes hacen sus comentarios y se abre una conversación sobre los textos.

¿Con qué perfil de taller se sienten más identificados?

Gambarotta: Muchas veces el trabajo es similar al de un editor o un productor musical, en el sentido de que se hacen comentarios sobre los textos, se discute sobre el título de un proyecto de libro, sobre sus contenidos. Ese es un poco el perfil del taller. Finalmente, quien tiene la última palabra es el autor o la autora. Para las dos personas involucradas es un desafío, porque muchas veces es difícil proponer algo o aceptar que nos propongan algún tipo de cambio. Solemos tener mucho apego con lo que estamos haciendo.

Jurado Naón: Hay algo de discusión editorial antes de la edición. También lo vinculo con un espacio de crítica antes de la crítica. Muchas veces, el taller cumple ese rol de espacio para debatir algunos aspectos del quehacer de la escritura, en un ámbito que es previo a la publicación. Ese es otro rol que puede cumplir el taller: encontrar gente que está en la misma y que impulse a seguir escribiendo y a publicar.

¿Cómo aporta a los talleres el trabajo de escritura como autores?

Gambarotta: Mi producción la entiendo como una especie de conversación con el campo literario.

Jurado Naón: El único taller al que yo fui me sirvió mucho para darme cuenta de que era necesario leer a mis contemporáneos para escribir. En esta instancia comunitaria y gregaria, incorporé también la idea de análisis de situación: poder pensar el campo literario actual y ver cómo los distintos actores se organizan. Tratar de conjugar las cosas que a uno lo apasionan cuando escribe con el lugar donde uno está o quiere estar parado. Suena muy grandilocuente, porque cuando uno empieza a escribir aún no tiene un lugar. Pero de delirios de grandeza salen buenos libros: a veces hay que exagerar un poco cuando se está escribiendo. El análisis de situación puede estar en un buen taller de escritura y servir para iniciar lo que pomposamente se llama obra.

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