María Julia Hermida, docente e investigadora de la Universidad Nacional de Hurlingham (UNAHUR), recibió la distinción Science of Learning Fellowships que otorgan IBRO y IBE-UNESCO. Es la primera argentina en lograrlo.

Hermida es psicóloga y doctora en Psicología. Investiga hace más de diez años sobre el desarrollo cognitivo infantil. La distinción que acaba de recibir, explica, la otorgan dos organismos: la International Brain Research Organization (IBRO) y el International Bureau of Education (IBE) de la UNESCO. La primera es una organización dedicada a la promoción de la investigación científica en neurociencia; la segunda es la sección de la ONU abocada a la cultura, la ciencia y la educación. “Cada año desde 2014 –dice Hermida–, estos dos organismos otorgan este premio/beca a tres científicos de cualquier parte del mundo. Consiste en un aporte monetario para viajar a la sede de la UNESCO en Ginebra”.

Antes de la pandemia, se contemplaba una estadía de tres meses en Suiza y los ganadores y ganadoras asumían allí una serie de compromisos: charlas acerca de investigaciones, puesta en común de resultados, interacción con especialistas de la Unesco y escritura de unos seis breves papers sobre los temas de estudio. Desde 2020, muchas de estas tareas se realizan de manera virtual y se redujo el tiempo de estadía en la sede de la Unesco.

“Durante las últimas tres décadas –describe Hermida–, el conocimiento acerca de cómo nuestro cerebro procesa información, se desarrolla y, en particular, de cómo el aprendizaje tiene bases neuronales aumentó inmensamente. Algunas de esos saberes pueden ser significativos para la educación”. Y agrega: “Si conocemos mejor cuáles son los mecanismos biológicos que permiten el aprendizaje, puede aprovecharse esa información para facilitar formas de aprendizaje que se ajusten a la manera natural en la que nuestro cerebro aprende”. Entonces, este premio busca mejora la comunicación entre los avances del campo de la neurociencia y de la educación: “Se saben muchas cosas que no se están aplicando. Entonces, se está perdiendo una posibilidad importante de mejora”, argumenta la investigadora.

Existen varias facetas que pueden destacarse del recorrido que le permitió obtener esta distinción a Hermida. En primer lugar, subraya: “Si bien este es un premio individual, no hubiera podido obtenerlo sin el trabajo científico que, en mi caso, se hace pura y exclusivamente en grupo”. Por otro lado, destaca que tanto su trabajo de investigación como su formación son producto del apoyo del Estado argentino: “Soy investigadora asistente de Conicet. Solo pagué en mi vida la sala de tres años. Fui a jardín de infantes, primaria, secundaria y universidad públicas. El doctorado lo hice en la Universidad Nacional de San Luis”.

En la UNAHUR, Hermida es docente del Instituto de Educación y de la Especialización de Posgrado en Alfabetización Inicial. En la institución ya desarrolló una investigación muy importante en el campo educativo y coordina otro estudio, aun en curso, de los que también participan Gustavo Medrano, director del Instituto de Tecnología e Ingeniería; el becario posdoctoral del Conicet Jorge Santos; y Nahuel Weimer, estudiante de la UNAHUR. “Hace unos años se aprobó para el currículum de jardín la inclusión del pensamiento computacional, la informática, la robótica y la programación. Esto no quiere decir que se aplique ni tenemos certeza de cómo se aplica. Por eso, estamos analizando cuáles son las cuestiones que las docentes tienen en claro y cuáles no tanto acerca de las ciencias de la computación. O sea, si hubiera que armar una capacitación para docentes de nivel inicial es importante saber cuáles son los aspectos en los que habría que poner énfasis”, detalla la especialista.

Este estudio le da continuación a otro –en vías de publicación– realizado en dos jardines de infantes de Hurlingham. “Enseñamos programación en salas de cinco años para ver si eso mejoraba otras funciones del pensamiento”, introduce Hermida. La investigación, que implicó un año de trabajo en estas salas, demostró que la enseñanza de la programación mejora procesos cognitivos tales como la atención, la memoria y la inhibición de impulsos. Además, la mejoría resulto mucho mayor en los chicos y chicas de niveles socioeconómicos más bajos. “Estos estudios –señala– nos alejan de la idea que los científicos están encerrados en sus laboratorios, sin contacto con la realidad”.             

La distinción obtenida por Hermida es una gran noticia para la ciencia de nuestro país y para la UNAHUR. Pero también es un importante estímulo para que cada vez más habitantes de la Argentina encuentren motivación para desarrollarse como científicos y científicas.

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