“A mis estudiantes y tesistas las y los aliento a que hagan el ejercicio de presentarse a becas”, afirma Gabriela Bortz, docente del Instituto de Biotecnología de la Universidad Nacional de Hurlingham (UNAHUR) y ganadora de una beca Fulbright en 2019.

La politóloga; magíster en Ciencia, Tecnología y Sociedad; y doctora en Ciencias Sociales también se desempeña como Investigadora Asistente del Conicet. “En 2019, obtuve una beca Fulbright y, debido a la pandemia, mi estadía de un semestre en la Harvard Kennedy School recién se hizo efectiva en 2021”, relata. “Pedí la beca como becaria postdoctoral de CONICET. Cuando me la otorgaron, ya había pasado a ser Investigadora Asistente”.

En octubre del año pasado, Bortz ganó el concurso para Profesora Regular Adjunta en la UNAHUR, donde dicta clases desde 2020. Está a cargo del curso de Sociología de la Ciencia y la Tecnología de la Licenciatura de Biotecnología. La investigadora explica cuál es el trabajo que la llevó a obtener la beca Fulbright: “Mi proyecto fue sobre la coproducción de la bioeconomía en la Argentina como modelo de desarrollo. Puse atención, por un lado, a cómo los conocimientos científicos desarrollados en el país sirven para resolver problemáticas sociales y ambientales de nuestras regiones; y, por el otro, a cómo el Estado podría imaginar a la bioeconomía como un modelo de desarrollo”. Y agrega: “Estos caminos de imaginación están cargados de políticas públicas y financiamiento”.

Bortz durante muchos años anhelaba aplicar a una beca Fulbright: “No me estaba animando. Es una beca muy competitiva. Las mujeres a veces sentimos que no nos alcanza con lo que tenemos. La verdad es que, muchas veces, con lo que tenemos alcanza y siempre vale la pena presentarse. Apliqué a muchas becas que no salieron. Es parte de los aprendizajes y una habilidad en sí misma que hay que ejercitar. Uno nunca gana una beca a la que no se presenta”. Bortz argumenta que las mujeres padecen mucho más frecuentemente del síndrome del impostor, que “consiste en no creer que se está a la altura de la tarea realizada, por más preparación que se tenga. Es decir, se cree que se ocupa un lugar de manera ilegítima”.

Sobre el Programa en Ciencia, Tecnología y Sociedad realizado en la Harvard Kennedy School, señala: “Es la escuela de gobierno de la universidad y la meca de ese tipo de estudios. La líder del programa es Sheila Jasanoff, pionera en el campo. El programa tenía un esquema de seminarios externos todos los lunes; y otros de seminarios internos en el que, cada martes, los miembros del programa presentábamos investigaciones frente a un público desafiante. Además, existía la posibilidad de asistir al curso Science, Power and Politics con Jasanoff”. Bortz destaca las instancias de intercambio cara a cara que pudo llevar adelante con colegas de todo el mundo.

La investigadora tiene una vasta experiencia en el estudio de la biotecnología. “Siempre trabajé con biotecnologías orientadas al desarrollo inclusivo y sostenible –dice–. Desde 2010, entrevisté centenas de biotecnólogos, bioquímicos y biólogos sobre distintos tipos de objetos biotecnológicos –probióticos, células madre, kits de diagnóstico, vacunas COVID–.

Las líneas de investigación de Bortz recorren aún las mismas sendas. Tal como ella lo expresa: “El corazón de mi trabajo siempre estuvo ligado a Políticas de Ciencia, Tecnología e Innovación orientadas a un desarrollo inclusivo, sostenible y con equidad de género”. Insiste en la importancia de que los conocimientos producidos, sobre todo en instituciones públicas, resuelvan problemáticas sociales y ambientales de nuestro país y de la región. 

@AAUNAHUR